La técnica fue adaptada por investigadores del Instituto de Medicina Regional y de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), y permite superar limitaciones de estudio convencional de análisis coprológico de la materia fecal.
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Habitualmente la identificación de Toxocara canis en perros se realiza con estudios coprológicos de la materia fecal, mediante la observación de los parásitos adultos y/o sus huevos. Sin embargo, los resultados de infestación en caninos arrojan valores bajos que no se corresponden con los altos niveles encontrados en humanos.
Esa baja detección de los métodos coprológicos de materia fecal se debe a las características del ciclo de vida del parásito en el perro. En cachorros de hasta seis meses de edad, el parásito adulto se encuentra en el intestino y libera sus huevos con la materia fecal. En cambio, en perros mayores, los parásitos no llegan al estado adulto y se ubican en los músculos del animal donde permanecen en situación de latencia, por lo cual no se encuentran en la materia fecal ya que no son liberados. Pero cuando las hembras quedan preñadas los parásitos se reactivan, migran a través de la placenta e invaden los fetos y los cachorros nacen ya infectados con T. canis.
Frente a tal situación, desde el Instituto de Medicina Regional de la UNNE y la Facultad de Ciencias Veterinarias los investigadores trabajaron en el ajuste de una técnica inmunoenzimática (ELISA) para la detección de anticuerpos anti-T. canis en perros adultos. Esta técnica es ampliamente utilizada para el diagnóstico de toxocariosis en humanos y de otras patologías, y los investigadores de la UNNE buscaron “adaptarla” para la identificación de la infección pero en caninos.
La Toxocariosis es una enfermedad provocada por el parásito Toxocara canis en perros y Toxocara cati en gatos, y provoca numerosas reacciones indeseables cuando pasa al hombre. Se transmite especialmente a través de huevos que son liberados en la materia fecal de los animales que contaminan el ambiente y pueden llegar a los seres humanos al tomar contacto con los suelos infectados.
La patología ocurre en todo el mundo y su incidencia es mucho mayor en áreas rurales y países tropicales; es más frecuente en niños y niñas de edades entre los dos y los siete años. El estudio epidemiológico de la Toxocariosis es complejo ya que deben considerarse tres eslabones, tanto como su interacción: la enfermedad en los cánidos, la contaminación ambiental y la toxocariosis en humanos.
En varias partes del mundo y a partir del uso del examen coprológico, se ha reportado la prevalencia de T cannis, resultando ser uno de los parásitos más usuales, fundamentalmente en perros jóvenes. Los perros pueden adquirir la enfermedad por las vías de transmisión transuterina y oral (leche materna, hospedadores paraténicos, suelo y alimentos contaminados).
Por su importancia, la prevalencia de T. cannis es estudiada en todo el mundo. La contaminación de los suelos por huevos de Toxocara es un factor importante que debe considerarse en todo análisis epidemiológico. Según varias investigaciones realizadas en parques públicos, áreas de recreación y jardines, los rangos de contaminación pueden ser tan pequeños como 0 o 1,3%, o tan elevados como 66 o 68,3%.
La transmisión de Toxocariosis al hombre suele producirse de modo accidental. En orden de importancia los principales factores de riesgo son la geofagia, el contacto estrecho con suelos contaminados con huevos larvados y el contacto con cachorros infectados.
Técnica e investigación
“Logró adaptarse la técnica con alta sensibilidad y especificidad en los resultados” explicó a Argentina Investiga el médico veterinario Martín García, uno de los especialistas a cargo del estudio que contó con el asesoramiento de las investigadoras magíster María de los Ángeles López y magíster María Viviana Bojanich.
El investigador comentó que con la técnica ajustada se hizo un relevamiento de 119 caninos de diferentes edades, sexos y razas, provenientes principalmente de barrios periféricos de la ciudad de Corrientes, y se encontró que el 84,9% de los perros fue positivo a la infección por Toxocara canis. García resaltó que esos niveles de seropositividad encontrados con la técnica adaptada se correlacionan mejor con los valores de seroprevalencia hallados en estudios en niños realizados por el Instituto de Medicina Regional.
La patología
La afección de Toxocariosis controlada para el animal no implicaría mayores riesgos y se solucionaría con tratamientos antiparasitarios oportunos. Los controles veterinarios de rutina son una de las medidas principales para evitar la liberación de los parásitos en el ambiente. “Menos perros infectados, menos riesgos para los humanos” señaló García y sostuvo que los controles antiparasitarios deben ser periódicos.
Acerca de la enfermedad, agregó que debido a que el hombre no es huésped definitivo, las larvas son incapaces de madurar en él, por lo cual recorren en forma errática todo el cuerpo y causan diversas reacciones inflamatorias.
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La enfermedad tiene su manifestación más común a través de la Larva migrans visceral, pero la más impactante por la pérdida de visión que puede llegar a producir, es la de tipo Larva migrans ocular. En los perros la infección se adquiere a través de la ingesta de huevos embrionados desde el suelo, por la vía transplacentaria y lactogénica de las madres a los fetos, y en menor medida, pueden adquirir las larvas infectantes por la ingesta de hospederos infectados como los roedores. Los huevos de T. canis son muy resistentes y pueden sobrevivir en el ambiente bajo condiciones apropiadas, durante años.