“Las microalgas son el alimento del futuro”, anticipa la licenciada en Nutrición, Noelia Fernández. Ella es parte del equipo que integran investigadores de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta) al frente del proyecto que cuenta entre sus objetivos la producción de alimentos a partir del uso de microalgas. “El propósito es mejorar la calidad de los nutrientes ingeridos por la población y, de esta manera, optimizar los estados de salud y la calidad de vida de las personas. Y, a su vez, encontrar nichos de oportunidad en el desarrollo de alimentos que sean complementos de una alimentación saludable”, cuenta.
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El proyecto de investigación comenzó en abril del 2020 y, en palabras de Fernández, surge como un desprendimiento de la línea de investigación que lleva a cabo en el marco de su tesis doctoral, bajo la dirección de la doctora María Laura Tereschuk. “Nuestro aporte, como equipo Unsta, consiste en tomar los conocimientos previos desarrollados por otros equipos de investigación vinculados a cultivo y el escalado de microalgas y darles aplicabilidad en el diseño de alimentos. Esto es posible por nuestra formación de grado: la Licenciatura en Nutrición”, explica Fernández a Argentina Investiga y agrega: “Es así como funciona la ciencia: tomar un conocimiento previo y plantear nuevas hipótesis. A partir de los resultados obtenidos van surgiendo nuevos interrogantes y nuevas ideas para futuros proyectos, configurándose así un círculo virtuoso de conocimiento, del que nos beneficiamos todos”.
Sobre el proceso de trabajo, la investigadora cuenta que la labor no sólo consistió en diseñar alimentos con la incorporación de microalgas como ingredientes funcionales: “No fue sólo diseñar una matriz alimenticia con características saludables e incorporar microalgas; sino también realizar el cultivo y la producción a escala laboratorio de las microalgas. Entonces, a una parte culinaria que dominan muy bien los alumnos de la Licenciatura en Nutrición le sumamos el conocimiento de la parte biotecnológica del cultivo de la cepa”.
Pero, ¿por qué centrar el foco de trabajo en las microalgas? Noelia Fernández anticipaba que se trata de un “alimento del futuro”. “Se consideran superalimentos debido a que son fuente de sustancias con alto valor nutritivo como vitaminas, minerales, ácidos grasos poliinsaturados, aminoácidos esenciales y antioxidantes, que son los complementos de una alimentación saludable para las personas”, detalla. Y cuenta: “La incorporación de microalgas en los alimentos podría generar beneficios potenciales para la salud humana, debido a la presencia de compuestos bioactivos, con actividades antioxidantes, antihipertensivas, inmunomoduladoras, anticancerígenas, hepatoprotectoras y anticoagulantes”.
“Estas características (ser nutritivas y disminuir factores de riesgo cardiovascular) las convierte en el ingrediente ideal para el diseño de nuevos alimentos funcionales, más aún considerando el contexto de transición nutricional que atraviesan los países latinoamericanos, especialmente el norte argentino, donde coexisten fenómenos de malnutrición (desnutrición y obesidad) en un mismo contexto geográfico” indica la investigadora. El impacto ambiental también se vuelve determinante ya que, según Noelia, su producción presenta un gran potencial para ayudar en la lucha contra el cambio climático, ya que de ellas puede obtenerse energía, como biodiesel, usarlos para el tratamiento de aguas residuales, como biofertilizantes e integrarse en la cadena alimenticia de los animales.
La utilización de la cepa de microalga elegida trajo aparejados algunos imprevistos que el equipo debió superar. “Al principio del proyecto se inició con la cepa Scenedesmus acutus, por ser una de las cepas autóctonas, que se encuentra en ríos y lagos de nuestra provincia (…) Ya hacia el avance del proyecto nos encontramos con la dificultad de que esta cepa no se encuentra aún aprobada para el consumo humano según las normativas de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), aunque según las normativas de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), las algas pueden ser consumidas sin que representen riesgos para la salud porque son microorganismos clasificados como “generalmente vistos como seguros” (GRAS, por sus siglas en inglés: Generally Recognized as Safe)”, revela. A pesar de que el equipo analizó la cepa y resultó “no tóxica”, Fernández aclara que finalmente decidieron realizar el diseño de alimentos con cepas liofilizadas aprobadas por la autoridad competente como lo son Chlorella y Spirulina.
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Con la utilización de las nuevas cepas y pandemia de por medio, que produjo modificaciones en los plazos de trabajo, el grupo investigador pudo llevar adelante el desarrollo de alimentos a partir de las microalgas, hecho que se habían planteado como objetivo. Los productos diseñados fueron galletas dulces de trigo con microalgas, alfajores sin TACC con harina de garbanzos y microalgas, y queso entero de pasta fresca con microalgas. “Estaríamos en condiciones de decir que ha finalizado en septiembre, con la entrega del informe final, pero no me gusta decir que se ha cerrado porque continúa la línea de investigación”, concluyó Fernández.