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Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino - Facultad de Humanidades

02 de Enero de 2023 | 10 ′ 38 ′′

Investigadores de la UNSTA buscan la beatificación de la tucumana Madre Elmina

Elmina Paz fue una mujer tucumana que durante la epidemia de cólera que ocurrió en esa provincia en 1886, puso su casa al servicio de los niños huérfanos y provocó una cadena de solidaridad. Miembros del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA) trabajan para dar curso al proceso de su canonización.

La vida y obra de Elmina Paz se recuerda y transmite a través de diferentes medios

“En momentos de desesperación sale lo mejor o lo peor de nosotros; bueno, en Elmina salió lo mejor de ella”, es una de las frases de Cynthia Folquer que resuena en esta entrevista. Folquer es Hermana Dominica, perito histórico e integrante del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta). El Instituto, entre sus tareas, tiene un rol clave en la causa de Elmina Paz: la búsqueda de su beatificación.

Elmina Paz fue una tucumana nacida el 10 de septiembre de 1833 que, más de cien años después de su fallecimiento, continúa siendo un modelo de inspiración para muchos. “Estuvo casada con Napoleón Gallo durante 25 años. Tuvo una hijita que falleció siendo pequeña. Después, Elmina enviuda y es en ese momento cuando se produce una epidemia de cólera en Tucumán. Esa epidemia, que fue en 1886, diezmó a la población. La gente se iba de Tucumán, huía de la peste”, relata Cynthia Folquer, quien hizo diversas publicaciones sobre la vida de Elmina. “Ella había ido a hacer su duelo y estaba viviendo aislada de la ciudad. Estaba enterada de la epidemia, pero aislada del foco de contagio. Fue en ese entonces que el Padre Boisdron, dominico y prior del convento de Tucumán, muy conmovido por lo que estaba sucediendo en la ciudad, le solicita ayuda económica. Intentaban salvar a la gente. Morían muchas personas y los niños huérfanos deambulaban por la ciudad porque no existía un lugar que los acogiera", continúa. Pero Elmina estaba dispuesta a más. “Era una mujer que había trabajado mucho en la sociedad de beneficencia de Tucumán, su mamá era la fundadora y ella había sido presidenta. Tenía experiencia en organizar la ayuda”, cuenta.

Fue una mujer de palabra: puso su casa al servicio de los niños que lo necesitaban. “En unas semanas desmantela su casa, una casona de una mujer de élite, y la llenó de catres para recibir a los niños. Este gesto de una mujer de 56 años, que para la época ya era una persona mayor, fue algo que movilizó a mucha gente”, aclara la Hermana Folquer. Y agrega: “Elmina no sólo dio la casa y la plata, sino que se arremangó y se puso a atender a los niños. Una mujer de élite, acostumbrada a juntar plata para los pobres pero no a servirlos, causó un impacto muy grande en Tucumán”.

Las buenas acciones parecen replicarse y la obra de Elmina Paz de Gallo no es la excepción. “Provoca en Tucumán una cadena de solidaridad. De eso hay mucho testimonio: en cartas, en discursos… Entonces, cuando ella muere, se dice que murió en fama de santidad. Es decir, la gente la reconoció santa”, dice Cynthia.

Esa fama de santidad fue algo que se mantuvo con el paso de los años y llevó a que en 2017 se iniciara la causa en busca de su beatificación. Anteriormente, ya se habían realizado intentos de lograr este propósito, pero resultaron infructuosos. “En Tucumán hubo un obispo en 1933 que, cuando se cumplen cien años del nacimiento de Elmina, decide iniciar el proceso. Pero no se conocía en Tucumán a ciencia cierta cómo implementar los reglamentos para realizarlo. Se dependía mucho de alguien que iniciara la causa en Roma”, recuerda Cynthia.

Pero, ¿en qué consiste el proceso? En palabras de la entrevistada, se buscan testigos y los testigos tienen que dar cuenta de cómo fue la vida de esa persona y cómo vivió el evangelio, cómo vivió las virtudes que en la tradición cristiana se plantean como claves para definir la vida de seguimiento de Jesús. “Iniciar un proceso de canonización es iniciar un proceso que tiene sus etapas bien pautadas. Hay un documento que se llama Sanctorum Mater, que el Papa Benedicto XVI renovó y que establece todas las pautas de cómo se lo realiza”, cuenta y agrega: “Hay dos tipos de procesos: uno de causa reciente y otro de causa histórica. La causa reciente es cinco años después de la muerte de una persona con fama de santidad. En el caso de Elmina Paz Gallo es una causa histórica”.

Más en detalle: “Se hace la postulación en Tucumán; el obispo tiene que dar su conformidad y, para ello, hay que presentar pruebas. En consecuencia, se le presenta la biografía de Elmina, los testimonios de los periódicos, los discursos y los testimonios de cómo su vida sigue siendo una inspiración para muchas personas. Esa información se presenta al obispo, él reconoce que hay en Tucumán una memoria de su fama de santidad y el paso siguiente es solicitar permiso a la Santa Sede. El obispo la nombra Sierva de Dios”, comienza a detallar Folquer, quien además es doctora en Historia. “Primero está la fase diocesana que es donde estamos ahora: el obispo nombra un delegado, que en este caso es el Padre Passarell, y nombra a un equipo de peritos históricos. Ahí es donde recurre a la UNSTA, al Instituto de Investigaciones Históricas. Designa a Sara Amenta como presidenta de la comisión, a Estela Calvente y a mí. Yo soy perito histórico por la congregación (de Hermanas Dominicas), pero participo también de la comisión”, añade. Más tarde acota al respecto: “De algún modo, el Instituto, en la iglesia de Tucumán, es un referente en los estudios de la historia de la iglesia. De manera que, si tenían que recurrir a alguien con conocimientos sobre el tema, tenían que recurrir a la UNSTA”.

¿Cuál es el trabajo que Folquer y el equipo del Instituto de Investigaciones Históricas realizan?

“Nosotros tenemos que hacer un informe de toda la documentación existente. Tenemos una secretaria en la comisión, que es externa, que se llama Asunción, que está corrigiendo la transcripción de cada carta de Elmina. Nosotros leemos y corregimos esa información para que lo que llegue al obispado esté bien revisado. Estela Calvente, que sabe bastante de caligrafía del siglo XIX, ayudó en la transcripción de algunos documentos que había que reunir: acta de nacimiento, de bautismo… había que reconstruir la historia familiar”, explica. También cuenta que deben determinar qué aspectos demuestran una fama de santidad, aquello que verifique la vida cristiana de Elmina. Continúa: “Hay otra miembro de la comisión externa, Valeria, que nos está ayudando a hacer un índice de cada carta y el tema. Cuando tengamos toda esa documentación, haremos un informe y como peritos históricos diremos que toda esa información es fidedigna”. “Lo podemos hacer porque tenemos el oficio de historiadores; sabemos lo que es un documento antiguo y sabemos cómo se organiza un archivo. Entonces, el obispado nos ha pedido, y a Sara como directora del Instituto, que ella corrobore que no haya nada falso en la investigación. Cuando ese informe esté listo, el obispo debe mandar la documentación a Roma”, aclara.

Este largo proceso, que puede llevar años, no termina en el reconocimiento de Elmina Paz como Sierva de Dios. “Para ser nombrada venerable, todos los documentos con testimonios de personas que conocieron al Siervo de Dios, escritos y virtudes, se elevan a la Santa Sede que es quien aprueba y reconoce que la persona vivió esas virtudes heroicas. Es entonces cuando se la nombra venerable”, continúa Cynthia Folquer en su explicación detallada del proceso. “Para ser beata, se requiere que la iglesia reconozca un milagro. Es decir que, por intercesión de Elmina Paz, una persona haya podido ser sanada, sobre todo. También intervienen médicos que dan cuenta de que lo sucedido no tiene explicación científica y que hay una acción directa de Dios. Por supuesto, desde la fe. Alguien que no tiene fe no va a poder ver esto. Luego señala: “Para ser santo se necesita otro milagro más, para corroborar que ha tenido continuidad en esa tarea de ser intercesora de alguien que sufre una necesidad. Una vez que el segundo milagro se verifica, se lo nombra santo. Esto último se decreta en Roma. Todo lo anterior ocurre en la diócesis”.

El recuerdo y la presencia del Elmina a lo largo de los años hicieron posible el inicio de su causa. Eso lleva a pensar en el lugar que ocupa en la sociedad tucumana actual. Al respecto, la perito histórico menciona: “En el año 2015, aproximadamente, la Legislatura de Tucumán la nombró mujer notable (…) Pasa a estar en el panteón con gente importante de la política y de la cultura”. Para Folquer, la figura de Elmina Paz es trascendente porque sigue siendo recordada como fuente de inspiración para la vida solidaria. “En el fondo, su vida puede ser imitada no sólo por personas creyentes sino por cualquier persona de buena voluntad que encuentra en ella una inspiración como una mujer comprometida con la sociedad”, opina. Una palabra en su frase invita a la reflexión: el lugar de Elmina como mujer en aquella época. “Toma todas las cuotas de participación que se les permitía a las mujeres en esa época. Para mujeres que se comprometen con la sociedad, con la política, con la gestión de lo común, Elmina Paz es una inspiración”, cuenta la integrante del Instituto.

“Los santos están en la iglesia para inspirar vida evangélica. Por eso se trata de mostrar cómo vivieron la fe, la esperanza, la caridad, la justicia, todas las virtudes” concluye.

Producción Periodística: Agostina Navarro Aranda

Producción Periodística:
Agostina Navarro Aranda

Responsable Institucional:
María Florencia Aráoz
Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino

Servicio de Investigación y Desarrollo
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www.unsta.edu.ar


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