“La investigación se orientó a conocer cuáles son los factores genéticos que afectan a estos peces, para empezar a trabajar con estos conocimientos teniendo en perspectiva su producción y conservación. Seleccionamos especies de uso comercial en nuestro río Paraná como el Sábalo y el Pacú (Prochilodus lineatus, Piaractus mesopotamicus)”, señala Argentina Investiga la directora del proyecto desarrollado en la UNER, en colaboración con el Instituto Nacional de Limnología (Conicet-UNL).
> Leer también: Yacyretá no afectaría la concentración de sedimentos del Paraná.
–¿La utilización de herramientas genómicas es frecuente en la producción de alimentos?
–Es muy frecuente; se utiliza en animales de cría y cultivos como el maíz, la soja, el trigo. Por ejemplo, se producen semillas que contienen los genes de resistencia a distintas plagas o factores climáticos. En este caso, la idea es entender a nivel molecular los procesos fisiológicos para, de alguna manera, identificar los factores críticos en el desarrollo y luego trabajar la selección genética, identificar los mejores reproductores, conocer los genes que contribuyen mejor a la descendencia y a la resistencia a ciertos factores ambientales. Entonces, lo podés transformar en un marcador genético, lo que se hace con las vacas lecheras u otros animales de cría, aportando a la selección genética típica herramientas genómicas.
–¿La acuicultura de peces, término bajo el que se agrupan una gran diversidad de cultivos muy diferentes entre sí, en general denominados en función de la especie o la familia.">piscicultura sería un área de vacancia?
–Justamente, y esto motivó mi interés, sumado a la trayectoria y a la capacidad instalada del INALI; aunque la cría de peces conlleva diversas dificultades, requiere de una fuerte inversión y coordinación de políticas integrales que incluyan las dimensiones ambientales, ecológicas, sociológicas, económicas y antropológicas.
La Argentina es el único país que exporta peces de agua dulce; ni Brasil, ni Colombia, ni ningún país de América del Sur lo hace. Nosotros seguimos exportando entre 15.000 y 20.000 toneladas, que es lo declarado, para producir alimento balanceado. Deberíamos tener un pensamiento estratégico y una planificación que aborde de forma integral el problema. La bajante histórica del río preocupa, además, ya que el sábalo migra y necesita del valle aluvional para reproducirse, alimentarse y desarrollarse en sus primeros estadios en zonas bajas, luego vuelven al cauce principal. El sábalo significa el 60% de la población ictícola del río Paraná y sostiene la cadena trófica en nuestra región, por eso es tan importante.
–¿Cuáles fueron los alcances del proyecto?
–El proyecto se llamó “Identificación de genes a partir de transcriptomas en peces de extensivo uso comercial. Aplicaciones para acuicultura”. Propuso el uso de secuenciación de nueva generación (NGS) para obtener marcadores moleculares útiles en acuicultura.
Concretamente, la doctora Carla Bacchetta, referente en la temática y colaboradora del proyecto, realizó los ensayos con la especie Piaractus mesopotamicus (pacú) en el Instituto Nacional de Limnología (INALI-UNL-Conicet). Se extrajo hígado, intestino, branquias, cerebro y músculo, y se evaluó la actividad enzimática antioxidante, como marcadores de estrés oxidativo. Los resultados indicaron que podrían existir cambios a nivel de la expresión génica; se procedió a la extracción de ARN total de las muestras de los tejidos por duplicado. Sin embargo, la ejecución del proyecto fue interrumpida por la pandemia y las devaluaciones sucesivas hicieron que los fondos presupuestados fueran insuficientes para completar la secuenciación.
–¿Planean continuar analizando el reservorio genético?
–Creemos que la idea es acertada ya que no existen estudios de conservación genética, por lo tanto no se sabe cuál es el reservorio genético de estos peces de agua dulce como el sábalo, la boga, el pacú y el surubí. En este trabajo pedimos que se conserven las muestras para continuar la línea de investigación. También he presentado otro proyecto, donde utilizo las muestras desde hace diez años para investigar las transformaciones y la situación actual del recurso.
Por otra parte, existe una colaboración con grupos de investigación de Massachusetts para la secuenciación del genoma del dorado (Salminus brasiliensis). La dificultad está en lograr conseguir y administrar recursos que permitan costear estos análisis y sostener los grupos de investigación.
–¿Cómo es el proceso que permite leer los resultados?
–La secuenciación de genomas de los organismos es un área que avanza constantemente, y en los últimos años la velocidad de secuenciación, las plataformas de análisis y el acceso a las nuevas tecnologías han permitido que diversos grupos en todo el mundo puedan generar datos genómicos.
El proceso consiste en enviar muestras a laboratorios externos donde se procesan, se efectúa el pago por este servicio y se reciben los datos para que el interesado procese la información. En este campo han sucedido avances importantes en la velocidad del proceso para obtener los datos. La investigadora explica que “lo que avanza es la física no la genética, porque el aparato tiene una reacción físico-química para poder leer lo que dice el ADN. Como en medicina, la anatomía sigue siendo la misma de siempre, lo que cambia son las tecnologías de diagnóstico que permiten observar con mayor precisión el proceso fisiológico. La gestión y el análisis de datos biológicos es un conocimiento estratégico; en este sentido, debemos destacar la visión pionera de la UNER a través de la creación en 2005 de la carrera de Bioinformática en el marco de la Facultad de Ingeniería. Formar recursos humanos en este campo es fundamental por su alta demanda y utilidad para otras disciplinas científicas, en nuestro caso para estudios de genética de poblaciones".
Antecedentes y perspectivas
Es importante destacar algunos ejemplos y vinculaciones, con el fin de considerar la situación actual y poder proyectar acciones en este campo. La especialista hace referencia a otros países como Noruega “donde se agruparon cinco empresas y financiaron la secuenciación del genoma del bacalao, se han formado consorcios para llevar adelante los estudios; para el tomate y el ganado vacuno, son análisis costosos que han generado sinergias de las partes interesadas para afrontar la inversión. En nuestro país, hasta el momento no se han reunido las voluntades que movilicen fondos para este tipo de proyectos. Desde el sector académico hay una red colaborativa que integra investigadores, orientada a promover la acuicultura a nivel nacional (FACUA). Involucra no sólo peces sino también cangrejos, yacarés, ranas u otros animales cuyo hábitat es el agua y tienen la posibilidad de cultivarse.
Otro antecedente que podemos citar fue una línea de subsidios otorgada por la Dirección Nacional de Acuicultura a Misiones y Santa Fe para desarrollar esta actividad; hoy está discontinuado. Existen ejemplos positivos en este campo como la producción desarrollada por la empresa Rosamonte, que armó la cadena productiva en base a derivados del pacú. En síntesis, para crear las bases que permitan el desarrollo de la acuicultura deben establecerse políticas y estrategias sostenidas a largo plazo”.
> Leer también: “Lo que busco responder sobre las interacciones biológicas siempre aparece asociado a una hormiga”.
Integrantes del equipo de investigación: Juan Manuel Cabrera (Instituto de Investigación y Desarrollo en Bioingeniería y Bioinformática (IBB-UNER); Darío Ezequiel (Cátedra de Genética, Facultad de Ingeniería-UNER); Eva C. Rueda (investigadora adjunta Conicet. Cátedra de Genética, Facultad de Ingeniería-UNER. Facultad de Humanidades y Ciencias -UNL) Carla Bachetta (investigadora adjunta Conicet- Instituto Nacional de Limnología (INALI-UNL-Conicet).