Del estudio se desprende un gradiente de infección decreciente de norte a sur y este a oeste
La transmisión de los parásitos intestinales se considera mediada por el ambiente, lo que sugiere que estos organismos son particularmente sensibles a los cambios que ocurren. Es decir que la distribución de las parasitosis intestinales, además de estar influenciada por los factores socio-económicos y culturales, también está determinada por aspectos ambientales.
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La ecoepidemiología o epidemiología panorámica es un concepto que surge del entorno o el paisaje que rodea a la persona que puede enfermarse. A través de la ecoepidemiología se promueve el uso de Sistemas de Información Geográfica (SIG) y sensores remotos para monitorear a distancia el riesgo de contraer una infección o enfermedad.
De este modo, un equipo de investigadoras de la Universidad Nacional de La Plata busca conocer la biología de los parásitos y las variables ambientales que pueden influir en la supervivencia en el ambiente, tales como la temperatura, la humedad, las precipitaciones, la vegetación, la altitud y el tipo de suelo.
De acuerdo a estudios de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, realizados en el Laboratorio de Parasitología Humana del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (CEPAVE, UNLP-Conicet- CICPBA), se permitió evaluar cuáles son los principales factores ambientales que determinan la distribución de las parasitosis intestinales en nuestro país. Para ello, se llevó a cabo un diagnóstico parasitológico en poblaciones infanto-juveniles que viven en Buenos Aires, Chubut, Entre Ríos, Formosa, Mendoza y Misiones.
Paola Cociancic, una de las investigadoras que lleva a cabo el proyecto, indicó a Argentina Investiga que “estas seis provincias fueron seleccionadas como representantes de la variabilidad ambiental presente en la Argentina. Estas diferencias pueden describirse gracias a la información obtenida de sensores remotos acerca de temperatura y precipitación, índices de vegetación, pH del suelo y altitud. También, a la interpretación de imágenes satelitales provistas por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), que da información acerca de las características del uso o la cobertura del suelo”.
“Se georreferenciaron todos los sitios con información parasitológica
–presencia o ausencia de especies parásitas– y se volcaron en un mapa para visualizar la distribución de esta información en relación con las variables ambientales obtenidas. Una vez que toda la información estuvo reunida a un mismo sistema, continuamos con los análisis estadísticos y espaciales”, agregó Cociancic.
Del estudio se desprende un gradiente de infección decreciente de norte a sur y de este a oeste. Además, se observaron prevalencias de parasitosis intestinales de 80% en Formosa y Misiones, y de casi la mitad (38%) en Chubut. Esta heterogeneidad en la distribución parasitaria se relaciona con las características climáticas y de terreno.
Las parasitosis intestinales estuvieron favorecidas por un aumento de temperatura, principalmente de los meses más cálidos y húmedos, y también por una mayor cobertura vegetal. Las temperaturas cálidas pueden prolongar el periodo infectivo de los quistes de protozoos y facilitar la transmisión a través de reservorios y vectores o mediante una mayor interacción patógeno-hospedador. Por otra parte, una cobertura vegetal y humedad adecuada del suelo representan factores esenciales para el desarrollo y la supervivencia de los helmintos" data-toggle = "tooltip" title = "Gusanos parásito que normalmente, aunque no siempre, residen en el intestino de su huésped. Algunos ejemplos son: Ascaris lumbricoides, Trichuris trichiura, Ancylostoma duodenale y Taenia solium.">geohelmintos –helmintos que necesitan un período de desarrollo en el suelo para ser infectivos–. La sombra evita la desecación de la superficie del suelo y protege así a huevos y larvas de la radiación solar.
Se cree que el aumento global esperado de la temperatura y de las precipitaciones para los próximos años favorecerá aún más la infección parasitaria, su dispersión y un crecimiento de las áreas de distribución. Ante condiciones socio-económicas semejantes, los factores ambientales influyen en la presencia o la ausencia de especies parásitas.
Estos trabajos resultan muy interesantes porque vinculan la información obtenida a través del diagnóstico microscópico de organismos muy pequeños con la información generada por satélites que giran alrededor de nuestro planeta y proveen rica información a distancia.
Parásitos más frecuentes en la región de La Plata
Los resultados obtenidos por el grupo de trabajo en los últimos diez años muestran que en esa región son más comunes las infecciones causadas por parásitos microscópicos denominados protozoos. Estos parásitos están formados por una única célula que se alimenta, se reproduce y forma un quiste que es resistente e infectante.
Graciela Navone, directora del grupo de investigación, menciona que entre los protozoos más frecuentes encontramos a Giardia lamblia y Blastocystis sp., consideradas especies potencialmente patógenas, y también a Entamoeba coli entre las no patógenas, indicadora de contaminación fecal del agua, los alimentos, los utensilios contaminados con heces humanas o animales.
Sin embargo, en otras regiones del país, como en el noreste (NEA), los gusanos macroscópicos llamados helmintos, se observan en porcentajes más altos, tales como los nematodes Ancylostomideos. Con respecto a la detección de parásitos, en el CEPAVE realizan análisis mediante diferentes técnicas que permiten llegar a un diagnóstico específico y certero. Esta información, junto al registro de síntomas, se entrega al interesado para la consulta médica.
Los síntomas que más frecuentemente se manifiestan cuando una persona tiene parásitos son estreñimiento seguido de diarrea, náuseas, vómitos, dolor e hinchazón de panza. También pueden observarse manifestaciones cutáneas tales como urticaria o manchas en la piel. Entre los síntomas más severos pueden presentarse decaimiento general, anemia, pérdida de peso y desnutrición. Sin embargo, en algunos casos la infección puede cursar de forma asintomática.
Lorena Zonta indica que el grado en que estos parásitos puede afectar la salud es muy variable y depende de la edad, del tipo de parásito involucrado, de la carga parasitaria y del estado inmunológico, entre otros aspectos. Afectan principalmente a la población infantil y a las personas inmunocomprometidas, pudiendo provocar a largo plazo un retraso lineal del crecimiento –desnutrición crónica–.
La importancia de la higiene y del agua potable
Los hábitos de higiene son un factor clave en la transmisión de los parásitos en general y los protozoos en particular. Estos parásitos se contagian por vía fecal-oral, es decir, que los quistes eliminados con la materia fecal de una persona infectada son ingeridos por ella misma u otra diferente cuando no se lavan las manos después de ir al baño o antes de comer.
Pero la transmisión no es sólo una cuestión personal, sino que también puede estar asociada al agua y a los alimentos que se consumen a diario. Por eso la falta de agua potable, la red cloacal y la recolección de basura pone en riesgo de infección a las poblaciones más vulnerables.
Recientemente, trabajos realizados por Andrea Falcone, integrante del grupo de investigación, referidos al periurbano productivo hortícola de la ciudad de La Plata dan cuenta de la importancia que tiene un saneamiento ambiental adecuado y el acceso a los servicios públicos. En este sentido, la falta de agua potable representa el principal riesgo de contaminación para las hortalizas de hoja, convirtiéndose en un vehículo potencial de especies parásitas que llegan al organismo de las personas a través de su consumo crudo. Con respecto a los animales, y en especial los perros y los gatos, tienen parásitos que les son propios pero que pueden transmitirse a las personas. Estos parásitos se llaman zoonóticos y representan un riesgo para la salud humana y animal porque no solo infectan a las mascotas, sino que además pueden enfermar a las personas, en especial a los niños por el contacto estrecho con los animales de compañía.
En el CEPAVE se realiza también el diagnóstico de parásitos intestinales en mascotas. Conocer las especies que los infectan permite orientar el control de las infecciones y aconsejar sobre distintas medidas de prevención para limitarlas.
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En este marco, se recomienda realizar el diagnóstico parasitológico de 2 a 4 veces al año, tanto de cachorros como adultos para desparasitarlos si fuera necesario. Se aconseja también fortalecer las medidas de prevención, juntar las heces inmediatamente después de la defecación, evitar dar besos a las mascotas, lavarse las manos con agua y jabón luego de jugar o estar en contacto con ellas y con el suelo, no andar descalzos. Además, se indica la importancia de la alimentación, darles carne cocida, no permitir que ingieran vísceras o carne cruda, y alejarlos de los basurales.