“Valiente es quien se lanza sin miedo a lo desconocido; pero más valiente es quien se lanza aún sintiendo mucho miedo”, dice la descripción de Whatsapp de la doctora Ana Carolina Ronda, investigadora de la Universidad Nacional del Sur y el Instituto Argentino de Oceanografía, que depende de esa casa y del Conicet. Con el tiempo cambió su ilusión de ser astronauta por su pasión por la investigación científica. Sin embargo, su carrera le permitió lanzarse a lo desconocido investigando en medio del océano, y la acercó a su sueño de la niñez.
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La científica se embarcó en julio en el Island Pride, un moderno buque de cien metros de eslora, e integró un grupo que hasta comienzos de octubre navegó en la zona denominada Clarion Clipperton, un área de 4,5 millones de kilómetros cuadrados a la altura del Trópico de Cáncer. La zona, administrada por la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), contiene nódulos formados por varios elementos de tierras raras. Estos nódulos polimetálicos tienen un papel esencial para la transición energética hacia una economía baja en carbono. Cerca de un millón de kilómetros cuadrados de ella se han dividido en 16 concesiones mineras a empresas multinacionales que deben realizar estudios de impacto ambiental antes de llevar a cabo su actividad.
Los nódulos polimetálicos son pequeñas rocas con altas concentraciones de metales muy preciados en el campo de las industrias renovables como los autos eléctricos, o los paneles solares. Su uso contribuirá a disminuir los gases de efecto invernadero. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos estima que la cantidad total de nódulos en la Zona Clarion Clipperton supera los 21 mil millones de toneladas.
Ronda es doctora en Bioquímica, profesora en el Departamento de Biología, Bioquímica y Farmacia e investigadora adjunta en el IADO. Sus líneas de investigación se basan en la búsqueda de biomarcadores de contaminación en organismos marinos y su relación con diferentes contaminantes. Su rol en esta campaña oceanográfica es participar como asistente científica en el equipo de geoquímica. En este grupo obtienen sedimentos de 4 a 5 mil metros de profundidad y analizan las muestras. Además, la investigadora tiene la posibilidad de analizar la distribución de microplásticos en los sedimentos y en el fondo marino, un proyecto que comenzó con su campaña del año 2021.
El plantel científico estuvo compuesto por 27 personas –de las cuales 13 eran mujeres– de Escocia, Estados Unidos, Inglaterra, Italia, Australia, Chile, Colombia, Singapur, Tailandia y la Argentina, y estaba dividido en grupos. Cada uno trabajó en un área determinada: había de geoquímica, (en el que estaba Ronda), de meiofauna, de macrofauna, de ADN ambiental, de geología y tecnología, y de cámaras landers y trampas de peces. “Cada equipo estaba compuesto por científicos que trabajaban en contraturno, porque el barco operaba las 24 horas, los siete días de la semana. En mi caso me tocaba de 6 de la mañana a 6 de la tarde. El resto del tiempo era para descansar, trabajar en mis proyectos a bordo y comunicarme con mi familia”, detalló a Argentina Investiga la doctora sobre las rutinas en el Island Pride.
“Cuando hice mi doctorado, en el laboratorio del doctor Ricardo Boland, trabajaba en las ciencias básicas y me sentía lejos de lo que en realidad quería ser. Fue gracias a un amigo, el doctor Andrés Arias, que comencé a dedicarme al medio ambiente. Él me propuso trabajar en la distribución de contaminantes en el medio y su distribución en los organismos”, contó.
La revista Muy Interesante y una carta de la NASA
“Mi interés por la ciencia nació con mis lecturas de la revista Muy Interesante, cuando tenía siete años. Yo quería ser astronauta, y en esa época la revista sacó un concurso para conocer la NASA, y mi mamá me ayudó con las preguntas. Nosotros no sabíamos inglés, y nos ayudó una profesora. Al tiempo me respondieron que era muy chica para postularme, pero que siga estudiando para alcanzar mis objetivos. Cuando ya era adolescente mi mamá me confesó que esa carta de respuesta la había escrito ella, pero ser científica ya era parte de mi objetivo. Siempre fui muy estudiosa. Creo que no soy de esas personas muy inteligentes, pero sí fui muy perseverante y le dediqué muchas horas”, reconoció.
“Hoy creo que no estoy muy lejos de aquel sueño que tenía a los siete años de ser astronauta: estoy en una nave con una tecnología impresionante, con un capitán y una tripulación que tienen un objetivo, aislada en el medio del océano Pacífico, siendo partícipe del descubrimiento de especies y de posibilidades que antes no conocíamos”, analizó, un poco en broma y un poco en serio.
Según explicó, partió en esta campaña con dos objetivos: “Mi objetivo académico fue sumar mi experiencia a este importante proyecto y establecer redes de colaboración con profesionales de otros países, que son fundamentales en el ámbito científico para los grupos de trabajo. Mi objetivo personal es demostrar a la sociedad, a mis hijos, a mi familia, el rol que una mujer puede tener en la ciencia. Si bien las oportunidades son en teoría las mismas, muchas veces las mujeres no pueden aprovecharlas, porque tienen el mandato de estar a cargo del cuidado de su familia y de sus hijos. Por suerte cuento con una familia que me apoya y que me sostiene para que pueda hacer este tipo de trabajos”, valoró.
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“La ciencia es mi pasión, es parte de mi vida, soy muy inquieta y curiosa y eso se traduce en mi vida y en mi día a día. Mi prioridad es mi familia, pero siempre trato de buscar nuevos horizontes, con un mismo objetivo: que mis investigaciones contribuyan al cuidado de nuestro planeta, de promover el cuidado de nuestros recursos, espero que los resultados de lo que hago ayuden para eso”, concluyó.
Durante una jornada de trabajo en los laboratorios del Island Pride