Científicos de Estados Unidos y de Japón lograron, independientemente y de diferentes formas, la reprogramación de células de la piel (llamadas fibroblastos) en células madre “pluripotenciales”, es decir, capaces de generar cualquiera de los 220 tipos de tejidos que conforman el cuerpo humano. De estas células derivan, a su vez, células madre órgano-específicas, del tipo “multipotenciales”, que permiten obtener células de algún órgano en concreto, lo que es de suma importancia para lograr posteriormente algún órgano específico a partir de los mismos genes de la persona a tratar. Los resultados de la investigación japonesa fueron publicados en la revista “Cell” y los de la norteamericana en “Science”. Los jefes de estas investigaciones son los doctores Shinya Yamanaka, de la Universidad de Kioto, y James Watson de la Universidad de Winsconsis.
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Al respecto, el licenciado en Filosofía Agustín Estévez, profesor de Bioética de la Universidad Nacional del Sur, comentó a InfoUniversidades: “Sobre estas técnicas se sabe que han producido formaciones cancerígenas en ratones”, sin embargo aclaró que el debate sobre el hallazgo sería menor "si suponemos la eficacia del procedimiento desde el punto de vista científico y médico, ya que podría ser una solución, y se evitaría manipular embriones”.
El procedimiento para obtener el resultado de este histórico experimento consistió en la introducción, mediante un virus, de cuatro genes específicos que producen proteínas capaces de controlar la actividad de otros genes en fibroblastos. De esta manera se logró “reprogramar” a la célula, ya que debido a la introducción de estos genes, ésta es inducida a volver al estadio de célula madre pluripotente. De este modo, los genes introducidos están involucrados en la reprogramación y el comportamiento de células diferenciadas, y determinan el estadio y comportamiento de las células madre.
Lo curioso es que ambos grupos de investigación realizaron las pruebas con iguales resultados sólo con dos genes en común, de los cuatro utilizados, lo que hace suponer la posibilidad de que haya más genes que participen de este proceso. Sin embargo, varios especialistas sostienen que el procedimiento aún no es seguro, ya que la modificación del ADN de una célula podría originar cáncer, pero por otro lado creen que esto puede evitarse.
Por su parte, Ian Wilmut, el padre de la famosa oveja clonada “Dolly”, abandonó sus trabajos sobre clonación terapéutica y apuesta por esta nueva técnica que cree “cien veces más interesante”. Como todo descubrimiento científico con aplicaciones en medicina, debe pasar por etapas de prueba antes de ser aplicado en humanos. A pesar de esto, el valor ético que tiene este hallazgo es enorme, ya que esquiva el problema de la utilización de embriones humanos clonados con fines terapéuticos, y evita de este modo el polémico debate ético, religioso y hasta filosófico que implica la clonación.
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Como catedrático de Bioética, Estévez cree necesaria una discusión previa entre expertos (científicos, médicos, técnicos), la Iglesia y ONG’s, y remarcó: “Hoy se ha borrado la distinción entre el procedimiento experimental y el terapéutico. La tecnología es tan rápida que inmediatamente se aplica, entonces no hay tiempo para discutir, legislar, ni para regular estos procedimientos”.