Ante el incremento de factores estresantes ocurridos durante los últimos años, el estudio de las consecuencias fisiológicas del estrés sobre el organismo cobró gran interés como tema de investigación biológica. Es así que profesionales en biomedicina y biología realizaron un análisis de los efectos de distintos tipos de estrés crónico en ratas preñadas y sus crías.
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El doctor Roberto Cabrera, investigador y autor del trabajo, explicó a InfoUniversidades que “los estímulos estresantes tienden a romper el equilibrio homeostático, es decir, los fenómenos de autorregulación que mantienen equilibradas las propiedades del organismo, y éste, a su vez, reacciona con cambios funcionales que recuperan este equilibrio; el fenómeno se conoce como ‘reacción de alarma’.
Cuando las condiciones estresantes se mantienen, los organismos pueden reaccionar de dos maneras opuestas: o se adaptan a la situación de estrés y generan un equilibrio homeostático armónico con esa situación, reacción llamada ‘síndrome general de adaptación’. O, si la situación de estrés es demasiado prolongada o intensa, el organismo activa reacciones de alarma que pueden llevar al agotamiento. Éste se manifiesta mediante reacciones físicas, como por ejemplo, úlceras gástricas y comportamentales. Por su parte, el estrés agudo produce alteraciones orgánicas o funcionales agudas, y el estrés crónico, alteraciones que se reconocen en cambios endocrinos, neuroquímicos y comportamentales sutiles y groseros”.
Si bien el estrés puede afectar al organismo en todas las etapas de la vida, existen períodos durante los cuales la susceptibilidad es mayor y pueden generarse, por lo tanto, alteraciones más profundas y prolongadas. En esta línea, los profesionales del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Mendoza (INBIOMED) junto a los del Instituto de Medicina y Biología Experimental de Cuyo (IMBECU) evaluaron las modificaciones transitorias y permanentes de algunos patrones comportamentales y neuroquímicos de las crías de ratas albinas que fueron estresadas en forma aleatoria durante toda la gestación, o en distintos períodos de ella.
Cabrera revela que se evaluaron los efectos que produce la crianza de los animales estresados durante la gestación con madres sustitutas, es decir no estresadas, como método alternativo para atenuar las alteraciones. Para las crías sometidas a estrés postnatal se utilizaron cuatro tipos de evaluaciones: morfológicas y evolutivas; comportamentales; neuroquímicas;y farmacológicas.
Cada grupo de estudio fue subdividido en distintas variantes que incluyeron, entre otras, a la mortalidad en el día 28 postnatal (fin del período de lactancia); ganancia de peso corporal en el periodo postnatal; comportamientos espontáneos como la actividad locomotora y el comportamiento motivacional; comportamientos inducidos por estímulos causantes de ansiedad.
Por otra parte, los estudios fueron realizados en distintos estadios del desarrollo postnatal. Entre los resultados que arrojó la investigación, Cabrera indicó que la aplicación del estrés en forma crónica a la hembra preñada produjo un síndrome depresivo y que existió una relación directa entre la intensidad del estrés prenatal y las alteraciones postnatales. Dado que la aplicación de dos sesiones de estrés diarias, en adelante “estrés potenciado”, causó una mortalidad postnatal en las crías de alrededor del 60%, comparada con una sola sesión al día, que fue del 33%.
Se produjo, además, una caída significativa del peso corporal al momento del nacimiento; sin embargo, la recuperación de peso durante la lactancia fue mayor en el grupo que recibió una sola sesión de estrés al día. Se observó también un deterioro en la actividad motora a los 28 días postnatales en las crías sometidas a estrés potenciado, pero hubo recuperación a los 37 días. La motivación fue alterada en las crías de estrés potenciado. De estos resultados se desprende que los tratamientos prenatales incrementan la emocionalidad en la rata.
Otra conclusión fue que el estrés aplicado en forma secuencial a las ratas preñadas en las distintas etapas de la gestación produjo efectos menores. Fue mayor la cantidad de crías que murieron a causa del sometimiento a estrés crónico en la primera semana de gestación y sólo el grupo estresado durante toda la preñez mostró alta mortalidad neonatal. La actividad locomotora y el índice motivacional aparecieron afectados sólo en los grupos estresados durante toda la gestación.
Los investigadores señalaron que, según los resultados obtenidos, existiría una cierta selectividad en los efectos deletéreos del estrés prenatal en relación con el estadio de la gestación afectado. Estas alteraciones serían, en algunos casos transitorias y, en otros, permanentes.
Por su parte, la crianza con madres sustitutas mejoró de manera notoria la sobrevida de las crías estresadas durante la preñez, de la misma manera que se incrementó la mortalidad de las crías sin estrés prenatal, que lactaron con madres estresadas, lo que indicaría un efecto negativo de la madre estresada durante el periodo de lactancia. La recuperación del peso corporal hasta la vida adulta fue satisfactoria para ambos grupos, al igual que la actividad locomotora. Los efectos mortíferos ocasionados por el estrés prenatal son modificados positivamente por la crianza con madres sustitutas.
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“Ahora bien, si se realiza una comparación entre crías estresadas en la etapa prenatal y que fueron criadas por sus propias madres o por madres sustitutas, se encuentra que ante situaciones de exigencia como es la aplicación de 12 días de estrés crónico, los animales criados con madres sustitutas son menos resistentes que los criados por sus propias madres. Esto pone en evidencia una mayor resistencia del grupo criado con su propia madre estresada frente a situaciones de exigencia”, señala Cabrera y agrega que tan sólo unos minutos diarios de estrés aplicados a la madre durante la preñez bastaron para provocar cambios neuroquímicos y comportamentales irreversibles en las crías.