Mientras continúan los estudios para identificar las causas que provocaron la muerte de 30 ejemplares de ballena franca austral en la Península Valdés, el doctor Mariano Coscarella, investigador de la Facultad de Ciencias Naturales y Ciencias de la Salud de la sede Puerto Madryn de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y del Laboratorio de Mamíferos Marinos del CESIMAR- CENPAT-Conicet, se refirió a la hipótesis que atribuye las muertes a la intoxicación debido al consumo de altas cantidades de toxinas presentes en las microalgas que se encuentran en una zona determinada.
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El investigador relató que una de las principales dificultades para poder determinar que efectivamente las muertes fueron ocasionadas por marea roja, se debe a que estas toxinas son hidrófilas, desaparecen con bastante rapidez y es por eso que los equipos de investigación concentran la búsqueda en la orina, en contenidos gastrointestinales y en los riñones de estos animales ya que, pasados unos días, no quedan rastros de toxinas en su organismo.
Mortalidad
La muerte aislada de ballenas integra los números estadísticos a nivel mundial. En este caso, la alarma se origina por el número de cetáceos que fueron vistos flotando sin vida, con pocos días de diferencia entre sí. Inicialmente la cifra estaba dentro de las consideradas esperables. “Todos los años tenemos mortalidad de ballena franca debido a que son los ballenatos los que mueren; incluso, en los años 2011 – 2012 se registraron picos de mortalidad y las cifras varían de 20 hasta alcanzar 115 ballenatos muertos. Esos datos han sido analizados y han derivado en numerosos proyectos de investigación”.
También es esperable que la mortalidad perinatal en un mamífero sea alta; no obstante, en los últimos años se ha detectado la muerte de ejemplares adultos sin una causa aparente. “Hemos empezado a tener mortalidad de ballenas adultas, que en principio se encuentran en buen estado de salud; sucedió en 2019; en 2021 se detectaron 13 a lo largo de toda la temporada, y este año observamos el mismo fenómeno” señaló el especialista a Argentina Investiga.
Una investigación del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR-Conicet), de 2019, realizó una correlación de algunos ballenatos muertos con ácido domóico, que es una de las toxinas que producen algunas algas. Por lo que “es probable que algunos de estos animales hayan sido afectados por esta u otra toxina”.
Mediante el nado lento las ballenas filtran en sus barbas el alimento que ingresa con el agua, “por decirlo de alguna manera, están comiendo en la parte más baja de la pirámide trófica donde se producen las toxinas que estarían afectando a estos animales”.
La marea roja está compuesta por microorganismos que forman parte del fitoplancton, que es alimento de varias especies marinas. Los moluscos se alimentan de estas algas portadoras de alta toxicidad y pueden ser un riesgo para otros animales así como para los seres humanos. Una vez que los bivalvos son analizados y se detecta que los niveles de toxicidad superan las 400 unidades ratón (UR), desde la Secretaría de Pesca de la Provincia se determina la veda para el consumo. “Desde hace algunas semanas, –dice Coscarella– se han detectado niveles de hasta 18 mil UR; es tal la cantidad potencial de toxinas que hay en el agua que, evidentemente, puede estar afectando a animales tan grandes como la ballena”.
Medidas preventivas
De confirmarse que la marea roja haya sido la causante de las muertes de los cetáceos, se consultó al investigador acerca de la posibilidad de adoptar medidas que pudieran llegar a revertir esta situación, pero el profesional fue contundente: “Hay dos cosas que no podemos evitar: una es que las algas proliferen cuando las condiciones ambientales son las adecuadas y, la segunda es que las ballenas coman ese alimento”. Y remarcó “no podemos evitar que las ballenas coman y que las algas crezcan”.
El investigador señaló que no hay mucho más que hacer; estar muy atentos a lo que está pasando, contabilizar a todos los individuos y llegar a tomar las muestras necesarias para realizar las proyecciones, a fin de conocer si la población de la especie ballena franca austral en el Atlántico Sur Occidental se verá afectada por esta disminución en la cantidad de individuos de su población.
Es importante recordar que la ballena Franca Austral (Eubalaena australis), que un siglo atrás fue llevada al borde de la extinción, se encuentra protegida en aguas territoriales de nuestro país, (Monumento Natural Nacional Ley N° 23.094/84). Varios ejemplares llegan a Península Valdés en los meses de junio y noviembre para reproducirse.
Trayectoria del investigador
Con más de 25 años de trabajo con mamíferos marinos, el doctor Mariano Coscarella relató: “He trabajado siempre relacionado al estudio de la dinámica poblacional de los animales. Buscando respuestas a las preguntas de rigor: cuántos hay, dónde están, cómo se distribuyen, cómo se han ido recuperando las poblaciones, si hay algún problema de conservación en alguno de ellos”. También indaga sobre aspectos relacionados al turismo que respondan, por ejemplo, a cómo se puede realizar una explotación turística racional de los atractivos que tenemos. “Siempre lo he hecho desde la UNPSJB y desde el Conicet en Puerto Madryn, y en los últimos cinco años estamos trabajando con el equipo de la sede universitaria Comodoro Rivadavia”.
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Hasta el momento, no hay evidencia de algún suceso crítico que haya desencadenado la muerte de los cetáceos y aunque la especialidad del doctor Coscarella no sea la marea roja, el investigador señaló que a lo largo de todo el planeta se está viendo este tipo de floraciones, que muchos autores relacionan con el cambio climático global.