La familia es la principal proveedora de apoyo para que sus integrantes puedan insertarse en el contexto social como miembros activos. Está integrada a redes informales (familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo o de actividades recreativas) y redes formales (instituciones y organizaciones de la comunidad) en una vecindad, y también en contextos más amplios. Disponer de estas redes sociales aporta mayores posibilidades de funcionalidad y recursos para atender los requerimientos cotidianos. Pero sucede que a veces no hay una buena interconexión entre estas útiles tramas sociales con las familias de bajos recursos debido a su aislamiento. Esto aumenta su vulnerabilidad y genera un incremento de las necesidades básicas insatisfechas.
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Es por esto que investigadores de la UNSE realizaron estudios para conocer el nivel de interacción de estos grupos con las redes de apoyo social y ver de qué manera las utilizaban. Con ello procuraron visualizar la capacidad que tienen estas familias para superar los retos de subsistencia.
Para ello se entrevistó a familias urbano-marginales de la comunidad de comedores infantiles de un barrio de la capital de Santiago del Estero.
Se pudo detectar que el tipo de familia predominante es “grande” (con 7 o más miembros), sus ingresos económicos son “inestables” en un 68 %. El 71 % se encuentra en su ciclo de vida familiar de etapa de desarrollo, es decir, caracterizado por nacimientos, crecimiento y progreso de los hijos. Luego, las situaciones cotidianas en las que buscan ayuda son, en primer lugar, la relacionada con la alimentación, en segundo lugar, las de salud y trabajo, seguidas de la búsqueda de ayuda espiritual y dinero. En último lugar buscan la vivienda, el 77 % es propietaria.
Además se estableció que la red de apoyo que utilizan, es decir, a quién piden más ayuda y con qué frecuencia, es a las instituciones oficiales, seguidas por las religiosas (pastores, sacerdotes, laicos consagrados), miembros de la familia de origen, profesionales de la salud y vecinos.
Se determinó que con frecuencia hay dificultades para la vinculación con la red de apoyo social al no haber una atención inmediata a sus necesidades, o porque éstas son desvalorizadas. A su vez, se detectó que esta limitación se debe a la desinformación que tienen sobre las organizaciones que forman parte del tejido de ayuda local.
Por otra parte, se pudo establecer que no hay inacción por parte de las familias, es decir, ellas mismas inician una búsqueda de recursos, dentro de una reducida red de apoyo social -informal y formal- que restringe las posibilidades de satisfacción de sus necesidades vitales.
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“Este estudio permitió observar los conocimientos, creencias y significados que definen las actitudes de familias de bajos recursos frente al desafío de subsistencia que les planteaba el cotidiano vivir y los modos de afrontamiento”, ratificaron los investigadores a InfoUniversidades, cuya directora es la Dra. Josefa Aída Delgado.