Durante la pandemia por COVID 19 se hizo conocida una afección que complicaba la situación de los pacientes afectados por el SARS-COV-2 y que recibe el nombre de “hongo negro”. Se trata de la mucormicosis, una afección fúngica que no suele darse en muchos casos pero que aumentó su frecuencia durante la pandemia.
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Hasta el momento, en la Argentina se reportaron unos 18 casos, aunque en países como la India afectó a más de cincuenta mil pacientes con COVID-19, con una letalidad de entre el 40 y el 80%.
La mucormicosis es una infección producida por las esporas de los hongos mucorales, “se trata de hongos ambientales que se encuentran por todas partes; son los que aparecen cuando comienza a descomponerse un pedazo de pan o una fruta y tienen forma de algodón de color blanco o grisáceo. No son de por sí patógenos; su función en la naturaleza es la de descomponer la materia orgánica y no son peligrosos para las personas inmunocompetentes pero sí pueden ser letales para quienes tienen sus defensas muy disminuidas”, explica a Argentina Investiga Alicia Luque, directora del Área de Micología de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR.
Esta enfermedad micótica se conoce desde antes de la pandemia y los especialistas aclaran que no es contagiosa. Se produce cuando el hongo ingresa al organismo por las vías respiratorias o, en ocasionas más raras, a través de lastimaduras en la piel, y afecta a personas que tienen las defensas severamente comprometidas. “Los pacientes afectados con SARS-COV-2 que están internados, son intubados y tratados con corticoides; tienen sus defensas comprometidas y están más expuestos a padecer este tipo de infección”, señala la especialista.
La mucormicosis puede provocar fiebre, dolor de cabeza con sinusitis y, si hay infección de la cavidad ocular, puede haber pérdida de la vista. Cuando la infección se ubica en el cerebro, puede provocar dificultad para utilizar y comprender el lenguaje, convulsiones, parálisis parcial y coma. Si la enfermedad afecta a los pulmones causa síntomas graves como fiebre, tos y dificultad respiratoria.
“Las infecciones producidas por estos hongos tienen alto índice de mortalidad; hasta ahora se han visto en pacientes diabéticos, en trasplantados, en pacientes con leucemias, y tratados con psicotóxicos. Todo eso disminuye la inmunidad, tanto que un hongo que está en el ambiente habitualmente puede producir estos cuadros clínicos”, graficó Alicia Luque, y resaltó que los pacientes que presentan un doble riesgo son quienes sufren de diabetes, ya que es una de las afecciones que pueden favorecer el desarrollo de la enfermed. “También es un factor de riesgo en casos de COVID19, y si la diabetes no está controlada es peor”, explica.
Luque señala que el diagnóstico de la enfermedad no es complejo, aunque puede que no se la detecte de manera rápida si se confunden los síntomas con otras enfermedades y no se busca la infección fúngica.
“El diagnóstico hay que hacerlo con la mayor celeridad posible porque la evolución es rápida y fatal. Si el paciente es diabético, hay que estabilizar la glucosa en sangre como primera medida; después pueden hacerse tratamientos antifúngicos o intervenciones quirúrgicas para eliminar los restos de tejido muerto que hay en la zona”, recalca la especialista, quien enfatiza además que mantener atendidas y controladas las enfermedades de base es la forma de evitar el desarrollo de la enfermedad.
Luque aclara que el hongo que produce esta infección no es oscuro, “no se trata del moho que se produce en ambientes con mucha humedad; lo llaman hongo negro por el color que adquieren las zonas del cuerpo afectadas, particularmente en la cara, donde produce lesiones que pueden obstruir los vasos sanguíneos, y, al no llegar la sangre de forma adecuada, el tejido circundante muere y se necrosa, haciéndose de color más oscuro. No es que el hongo sea negro sino que lo es el tejido cuando se necrosa”.
Luque forma parte del equipo del Centro de Referencia de Micología (CEREMIC) de la Facultad de Ciencias Bioquímicas, espacio de estudio y difusión de las problemáticas ligadas a los hongos. Es una unidad de investigación, docencia y extensión, que desarrolla sus actividades en el campo de la micología humana, animal y vegetal. “En nuestro espacio estudiamos cómo los hongos producen las enfermedades, ya sea en las personas, los animales o las plantas, ya que son una de las principales plagas de los cultivos y tienen un alto impacto en la salud y la economía”, señala la investigadora.
En la actualidad, Luque dirige dos proyectos vinculados a hongos patógenos, tanto para las personas como para las plantas. Busca encontrar tratamientos no convencionales y mejorar el diagnóstico de estas enfermedades. “Conocer a los hongos y sus mecanismos de patogenicidad nos va a ayudar a prevenir infecciones y poder sugerir tratamientos adecuados cuando las micosis sucedan. Ello redunda en un beneficio de la salud en general y fundamentalmente la salud pública, ya que nuestro servicio funciona en el ámbito del Hospital Provincial del Centenario, donde realizamos un servicio a la comunidad, además de la parte académica, de la que participan alumnos de distintas carreras de nuestra facultad, que pueden tener contacto directo con los pacientes y los casos clínicos”, destaca la docente.
El equipo del Centro de Referencia de Micología fue invitado a participar de una convocatoria de Proyectos de Investigación en el campo de ciencias de la salud para la generación de nuevos conocimientos sobre las secuelas (diagnóstico, seguimiento y tratamiento) originadas por el SARS-CoV-2, que realizó la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.
“Nos convocaron para formar parte de la iniciativa ‘Infecciones fúngicas pulmonares invasoras y sistémicas en pacientes post COVID-19’”, un estudio epidemiológico y diagnóstico de las complicaciones que da esta enfermedad. Se trata de una investigación que se va a realizar a nivel nacional para estudiar las enfermedades producidas por hongos, llamadas oportunistas y que se dieron por la inmunodeficiencia de los pacientes afectados por COVID-19; la mucormicosis es una de esas infecciones pero no la única” explica la investigadora.
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Los especialistas estudiarán la epidemiología de las distintas enfermedades fúngicas que se dieron en la pandemia junto con nuevos métodos de diagnóstico para poder llegar a un tratamiento rápido de estas infecciones.