Desde la sociología de la salud, el politólogo Pablo Gudiño Bessone, de la UNVM, busca “relevar y estudiar las dilaciones, obstáculos y asimetrías de poder” que existen en el sistema público de salud con relación al aborto. En su investigación analiza la “dIVErsidad de posicionamientos bioéticos” asociados a creencias y dogmas religiosos que “interceptan los derechos a la autonomía de las mujeres” con respecto a la reproducción.
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El investigador se introdujo en esta temática desde su tesis doctoral y posdoctoral, que estuvieron abocadas al análisis de las estrategias de oposición emprendidas por los sectores religiosos conservadores a la propuesta de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), y a la aplicabilidad de las políticas públicas vinculadas al ejercicio de los derechos sexuales y (no) reproductivos. “Esto mismo, partiendo de entender los modos en que la politización de la sexualidad y la inscripción en la agenda público-política de demandas sociales de igualdad y reconocimiento de los derechos de género implicó la reacción de la Iglesia Católica y la emergencia de grupos religiosos laicos autodenominados pro-vida”, explicó.
Así, surgieron interrogantes que buscaron aportar a la “comprensión de las conflictividades sociales y políticas que giran alrededor de la ciudadanía sexual, y los impactos que el movimiento feminista ha tenido no sólo sobre el Estado sino, también, en términos de la reestructuración del campo religioso”.
Según Gudiño Bessone, el principal aporte de este tipo de trabajos es producir teorías para entender cómo “el activismo religioso conservador elabora nuevos repertorios y discursos de matriz secular para definir y caracterizar al aborto como crimen”, que fundamentan la regulación y el control sobre los cuerpos. Por ello, uno de los principales intereses de su investigación es “observar la presencia de argumentos pertenecientes a la biomedicina y el derecho en las formas en que dichos grupos justifican su negación al aborto”, con el objetivo de “impactar en la opinión pública, creando sensibilidades con los fetos y promoviendo, así, sentimientos de aversión hacia las mujeres que deciden abortar”. En tal sentido, el proyecto tiene como finalidad entender “los modos de perpetuación de un modelo conservador en el ejercicio de la medicina, lo cual contribuye a profundizar situaciones de opresión y desigualdad en las mujeres”.
Marcos de conocimiento
Recientemente ingresó a la Carrera de Investigador Científico del Conicet, con sede en el Instituto Académico Pedagógico de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) y, desde ese espacio considera que el aporte de este tipo de investigaciones “está en visibilizar los desplazamientos e intervenciones públicas de lo religioso con base en la defensa del orden y la moral sexual”. Al respecto añadió: “La idea es generar marcos de conocimientos que permitan entender los modos en que el activismo religioso conservador elabora nuevos repertorios y discursos de matriz secular para definir y caracterizar al aborto como crimen y perpetuar, así, formas de abnegación de la ciudadanía sexual, de regulación, control y disciplinamiento sobre los cuerpos gestantes”.
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Por otra parte, el politólogo considera que tanto en Argentina como en Latinoamérica se observa “el resurgimiento de nuevos liderazgos políticos con base en lo religioso, el protagonismo político que asumen los grupos religiosos en orden a la defensa de una agenda neoconservadora opuesta a la ampliación de los derechos de género, y los modos en que las luchas impulsadas por el movimiento feminista y de la diversidad sexual contribuyen a fomentar al debate por los sentidos de la laicidad del Estado y el Derecho”.