Diversos estudios desarrollados en modelos animales y humanos han constatado el impacto de la obesidad sobre la fisiología reproductiva. En las últimas décadas, el foco de atención se ha trasladado paulatinamente del componente femenino hacia el masculino.
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Hasta aquí, la literatura disponible sugería que un elevado Índice de Masa Corporal (IMC) –la medida antropométrica más utilizada que relaciona el peso de un individuo con su altura– influía negativamente en la dimensión reproductiva de los varones. Sin embargo, nunca se había determinado cuál era el rango de adiposidad óptimo para su potencial fértil.
“Notamos que la bibliografía exageraba un poco el efecto del IMC sobre la calidad espermática. Leíamos artículos que afirmaban rotundamente que el sobrepeso impactaba negativamente y, en nuestro laboratorio, comprobábamos que el sobrepeso, e incluso algunos grados de obesidad, no provocaban daños importantes. Cuando logramos juntar un número grande de casos, advertimos que la obesidad mórbida en varones –un índice de masa corporal mayor a 40–, sí tenía un marcado efecto negativo sobre la calidad espermática”, explica a Argentina Investiga Ana Carolina Martini, investigadora del Instituto de Fisiología, dependiente de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba y del INICSA (Conicet-UNC).
Con esa observación de base, detectaron que hasta el presente todos los estudiosos del tema utilizan la clasificación tradicional de IMC (propuesta por Dyer y colaboradores en 1975 y adoptada por la Organización Mundial de la Salud -OMS), diseñada para predecir el riesgo cardiovascular de una persona vinculado a la obesidad. Esta clasificación, sin embargo, no necesariamente es válida para estimar la calidad espermática.
De esta manera, el equipo liderado por Martini se planteó contribuir a este vacío del conocimiento. En primera instancia, caracterizaron la calidad espermática en relación al IMC en 20.563 varones que asistieron al Laboratorio de andrología y Reproducción de Córdoba (LAR) y aceptaron participar del estudio, entre noviembre de 2006 y diciembre de 2017.
Los pacientes fueron categorizados como de bajo peso, normopeso, con sobrepeso, obeso u obeso mórbido, es decir, la clasificación clásica propuesta por la OMS. Se trata de una muestra única y muy contundente por el número significativo de individuos que abarcó.
Con esa categorización realizada, luego evaluaron la asociación entre el IMC y la frecuencia de ciertas patologías espermáticas (como oligozoospermia, astenozoospermia y teratozoospermia). A continuación, determinaron los valores de IMC a partir de los cuales se incrementa el riesgo de sufrir alguna de esas alteraciones espermáticas.
“Las variables del espermograma (concentración, recuento total, motilidad, morfología, alfa-glucosidasa neutra y fructosa) mostraron, en general, un patrón de alteraciones en los grupos con bajo peso y obesidad mórbida. La incidencia de las patologías seminales oligozoospermia y teratozoospermia fue más elevada en estos dos grupos, mientras que la astenozoospermia fue más frecuente entre los obesos mórbidos”, describe Martini.
Un dato sobresaliente del estudio indica que el grupo integrado por personas con obesidad mórbida tiene 2,15 veces (Odds Ratio – OR) más chances de sufrir oligozoospermia que un paciente con IMC normal. Para el resto de las categorías, las chances también fueron significativas respecto del grupo normopeso, aunque más bajas que para quienes padecen obesidad mórbida.
Los OR para astenozoospermia fueron significativos en todos los grupos respecto a normopeso, excepto en bajo peso. Y las chances de padecer teratozoospermia sólo fueron significativas en la obesidad mórbida.
“Finalmente se determinaron seis variables: volumen, concentración, morfología, motilidad, motilidad rápida y madurez nuclear espermática, cuyas frecuencias de anormalidades se ajustaban lineal o cuadráticamente al IMC y se las utilizó para definir nuevos grupos de IMC que estimaran la calidad de semen, como posible herramienta de uso clínico para los andrólogos. Vale aclarar que esto aplica sólo a la calidad espermática; no evaluamos la fertilidad, ni el perfil de hormonas reproductivas de los pacientes, ni el riesgo cardiovascular. La intención es que para los reproductólogos, el IMC se readecúe en función de estos cuatro nuevos grupos, ya que estos sí tienen valor predictivo andrológico”, apunta la científica.
La nueva recategorización
Para lograr un diagnóstico andrológico más preciso, el equipo de investigación propuso una recategorización del IMC que separó todo el rango de índices en cuatro grupos (en lugar de los cinco que venían utilizándose).
De menor a mayor frecuencia de alteraciones espermáticas, los cuatro grupos son:
Grupo 1 | De 20 a 32 kg/m2. Es el que presentó menor frecuencia de anormalidades espermáticas. Se trata de pacientes con normopeso; con sobrepeso –dato que indica que el sobrepeso no impacta en la calidad seminal– y los primeros obesos, que también están en este grupo.
Grupo 2 | <20 y >32 a 37 kg/m2. Son pacientes con IMC menor a 20, es decir, los que tienen bajo peso y los que tienen los valores más bajos dentro del normopeso. También dentro de este grupo están los pacientes con IMC entre 32 y 37, es decir, obesos. Tienen su calidad espermática alterada respecto del grupo 1.
Grupo 3 | >37 a 42 kg/m2. Son pacientes obesos y obesos mórbidos cuya calidad espermática está aún más alterada que en el grupo 2.
Grupo 4 | <42 kg/m2. Son obesos mórbidos con IMC de más de 42. La característica principal son los que muestran las mayores alteraciones en la calidad seminal.
“En resumen, tener sobrepeso no parece ejercer un impacto negativo sobre la calidad espermática. Pero sí lo hace tener bajo peso. Por último, el mayor impacto negativo en la calidad del semen lo sufren los pacientes con un grado importante de obesidad, especialmente los mórbidos”, concluye Martini.
“Tomando en consideración la bibliografía disponible y los resultados de este trabajo, podemos inferir que tanto el bajo peso como la obesidad mórbida suponen un factor de impacto negativo sobre la fisiología reproductiva en los varones. Los valores de corte determinados en este estudio y la tabla de valores esperados constituyen una potencial herramienta de uso clínico para los andrólogos y reproductólogos”, resume Martini.
Patologías seminales
El resultado de un análisis del semen (espermograma) se considera normal, cuando en la muestra hay como mínimo un 40% de los espermatozoides móviles, una morfología de criterio estricto del 4% o más y una concentración mínima de 15 millones de espermatozoides/ml.
Equipo multidisciplinario de trabajo
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Ana Carolina Martini (directora del estudio), Nicolás Ramírez, Eugenia Luque, Pedro Torres y Santiago Bianconi – Instituto de Fisiología dependiente de la Facultad de Ciencias Médicas (UNC) y miembros del Inicsa (Conicet-UNC). Arnaldo Mangeaud – Cátedra de Bioestadística de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (UNC). Rosa Molina y Andrea Tissera – Laboratorio de Andrología y Reproducción (LAR) de Córdoba. Fernando Beltramone, José Sad-Larcher y Gustavo Estofán – Centro Integral de Ginecología, Obstetricia y Reproducción (CIGOR) de Córdoba.