La vitamina D es la única vitamina que el organismo puede sintetizar a través de la luz solar, por la tanto su biodisponibilidad debería ser elevada, pero se ha observado su escasez, sobre todo en personas con obesidad. En nuestro país hay un promedio de deficiencia del 43,3% y, por ejemplo, en 2012, la Primera Encuesta Alimentaria y Nutricional de la Ciudad de Buenos Aires arrojó que el 90% de la población mayor de 2 años no alcanzaba a cubrir el requerimiento estimado.
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Las docentes e investigadoras de la Facultad de Ciencias de la nutrición de la Universidad Maza, Natalia Pampillón y Mariela Abaurre, desarrollaron un estudio llamado “Vitamina D, obesidad e inmunidad”, que tuvo como objetivo determinar la prevalencia de déficit en pacientes con obesidad mórbida. El 60,5% de las personas estudiadas presentaron déficit de vitamina D.
La importancia de la vitamina D ha ido creciendo con los años por sus funciones esqueléticas y extra esqueléticas. Los datos epidemiológicos vinculan su deficiencia al funcionamiento defectuoso del sistema inmune, mayor riesgo de infecciones, predisposición a la enfermedad autoinmune.
Una vitamina distinta
No se trata de una vitamina clásica, sino de un precursor de la hormona esteroide. Los precursores hormonales son complementos nutricionales, cuyos componentes actúan como bloques de construcción que son utilizados por el organismo para aumentar la producción endógena de determinadas hormonas.
“La vitamina D (calciferol) es uno de los reguladores más importantes de la homeostasis del calcio y del fósforo. También desempeña varias funciones en la diferenciación celular y en la secreción y el metabolismo de las hormonas, como la hormona paratiroidea y la insulina. Se sintetiza por acción de la luz solar en la piel de la mayor parte de los animales y los seres humanos y también es posible obtenerla a través de la alimentación” explicó a Argentina Investiga la licenciada Mariela Abaurre.
Funciones relevantes
Es importante para el metabolismo óseo y regula las concentraciones de calcio en la sangre, preservando la mineralización de los huesos.
El receptor de la vitamina D está presente en la mayoría de células y tejidos en el cuerpo. Presenta una amplia gama de acciones biológicas, por lo que su deficiencia se relaciona con diversas patologías como enfermedades infecciosas, autoinmunes, cáncer, hipertensión esencial, enfermedad cardiovascular, diabetes y síndrome metabólico.
Problemas que pueden prevenirse y superarse
“La carencia severa de vitamina D produce en los lactantes y en los niños pequeños la enfermedad ósea llamada raquitismo y en los adultos la osteomalacia, afecciones que se caracterizan por la falta de calcificación de la matriz orgánica ósea. La prevalencia mundial de la carencia de vitamina D es incierta. Es bastante común en todo el mundo, y especialmente en los lactantes y niños pequeños, los ancianos y las personas que viven en regiones en latitudes extremas donde el horario de exposición a la luz solar es limitado durante el invierno”, agregó Abaurre.
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Para prevenir el déficit es importante evitar dietas desequilibradas o restrictivas, aumentar el consumo de alimentos fuentes (pescados grasos, hígado vacuno, queso, hongos, yema de huevo), fomentar actividad física al aire libre, detectar a los pacientes en riesgo de carencia, determinar vitamina D3 e indicar suplementación cuando sea necesario.