Las malezas son un problema para la agricultura porque “reducen el rendimiento del cultivo principal al competir por los recursos como el agua o el sol”, explica Roberto Huarte, docente investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora e investigador del Conicet, especialista en “ecología de malezas”.
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Usualmente, el control de estas plagas se realiza a través de químicos y herbicidas. “La ecología de malezas tiene una mirada más amplia donde se trata de convivir con estas poblaciones y tratar de reducir su tamaño por otras vías”, indica el director del proyecto y agrega: “La idea es comprender la naturaleza de estas malezas y tratar de diseñar y planificar herramientas de control que incluyen productos químicos, pero no como único método. Se trata de alternativas más amigables con el medio ambiente, porque muchos herbicidas utilizados pueden traen problemas de contaminación de agua o de suelo por el mal uso de los productos o por la naturaleza de alguna de las moléculas”.
Según indica Huarte, “las semillas de malezas tienen un estado de dormición, esto es si tiene la temperatura y disponibilidad de agua, germina, entonces sabiendo que las malezas tienen dormición y que necesitan ciertas señales del ambiente para germinar, lo que se hace es prevenir que la información que requieren les llegue”.
El trabajo del equipo de investigación es buscar esa información para luego diseñar las herramientas. “Si uno es eficiente en sacarle la información que estas semillas necesitan, se evita que germinen”, resalta y ejemplifica: “Si una especie requiere de luz, lo que se hace es evitar que le llegue. En un caso en que la semilla de maleza esté sobre el suelo o enterrada a dos o tres centímetros de la superficie, lo que se puede hacer es enterrarla con distintas herramientas (arado, rastra). Se invierte el suelo y se envía la semilla a 10 centímetros de profundidad para que no le llegue la luz”.
El último proyecto se concentró en la especie “cynara cardunculus”, conocida como cardo de castilla, una especie de origen europeo que fue introducida en el país hace más de 200 años y se la considera plaga desde la década del '60. Esta maleza es frecuente en campos de actividad ganadera y se la puede ver a los costados de cualquier ruta de la región pampeana.
El cardo representa un problema ya que tiene muchas espinas en las hojas y en la inflorescencia. Los animales evitan su consumo, entonces hay áreas de rechazo que podrían tener pastos para el ganado y se convierten en una superficie desaprovechada.
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“Ante un campo con problema de contaminación por cardo, una alternativa es enterrar la semilla a más de 6 cm y así se reduce o impide la nueva emergencia”, señala el investigador e insiste: “Se trata de evitar que la semilla de maleza cumpla con los requerimientos específicos que tiene para germinar y luego emerger”.