Docentes investigadores de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM), del Instituto de Medicina y Biología Experimental de Cuyo (IMBECU, UNCUYO-Conicet) y de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) de Brasil, dieron un paso alentador para el desarrollo de una vacuna contra la Leishmaniasis, una enfermedad parasitaria endémica que se expande en el continente y que en la Argentina afecta a las provincias del noroeste y del nordeste.
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“Realizamos un análisis inmuno proteómico mediante western blot en 2D, donde las proteínas de Leishmania fueron incubadas con sueros procedentes de animales inmunizados con una vacuna de primera generación que protegió frente a la infección por el parásito. Así logramos identificar y caracterizar cuatro proteínas inmunodominantes que podrían ser candidatas para el desarrollo de una vacuna de tercera generación”, explicó a Argentina Investiga el doctor Diego Cargnelutti, responsable del trabajo.
Cabe recordar que la leishmaniasis es una zoonosis parasitaria, es decir, una enfermedad que afecta a animales y que puede transmitirse a las personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la considera como una de las enfermedades olvidadas por afectar principalmente a las poblaciones más pobres y con limitado acceso a los servicios de salud.
Por tratarse de resultados de alto impacto, este trabajo fue publicado recientemente por la “Frontiers in Immunology” (Suiza), una de las cinco revistas de Inmunología más citadas a nivel mundial (Ver https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fimmu.2022.825007/full).
“Un antígeno vacunal contra Leishmania –continúa el investigador–, además de ser inmunógeno y estar lo más conservado posible entre las especies de Leishmania, debe ser filogenéticamente divergente a cualquier proteína humana o canina (según el hospedero donde se aplique la vacuna) para no generar autoinmunidad”. En este punto, el científico especificó que las proteínas identificadas presentaron baja tasa de conservación filogenética respecto al ser humano y los canes, acompañado de un elevado nivel de conservación filogenética dentro de la familia Trypanosomatidae, y en particular del género Leishmania, lo cual resulta altamente favorable para poder utilizarlas en formulaciones vacunales.
Otros detalles del estudio
En la lucha contra esta patología aún no existe una estrategia profiláctica basada en vacunas y su tratamiento conlleva diversos inconvenientes. “Hasta el momento no se cuenta con una vacuna para prevenir la leishmaniasis en humanos y el tratamiento farmacológico de primera línea, el antimoniato de meglumina (Glucantime es su nombre comercial), genera alteraciones hepáticas, pancreáticas y renales. Para tratar casos de leishmaniasis, el Estado argentino tiene que importarlo desde Brasil, que es donde se produce y comercializa”, detalló Cargnelutti.
La leishmaniasis tiene distintas presentaciones clínicas (cutánea, mucocutánea y visceral) y cada una afecta distintas regiones u órganos del individuo infectado. El equipo científico ha estudiado formulaciones vacunales contra la leishmaniasis cutánea. Lo hace a través del análisis inmuno proteómico, el cual permite la búsqueda de biomarcadores o proteínas inmunodominantes (requerimiento para el desarrollo de vacunas).
“Para la investigación de la inmunorreactividad de los anticuerpos de modelos animales frente a las proteínas del parásito, el empleo de un western blot en 2D representa el método de elección. Extractos proteicos totales del parásito son separados por medio de una electroforesis y las proteínas inmunorreactivas son detectadas mediante western blot en 2D con suero (anticuerpos) de individuos vacunados. Las proteínas que generan señal diferencial son las inmunodominantes”, describió Cargnelutti, quien también es docente investigador del Área de Parasitología de la FCM de la UNCUYO.
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Integran el equipo de trabajo, los doctores Juan Pablo Mackern-Oberti, María Victoria Sánchez, Flavia Bruna y Esteban Lozano. Para llevar adelante esta investigación recibieron financiamiento de la Secretaría de Investigación, Internacionales y Posgrado (SIIP), de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), el Conicet y la Fundación Alberto J. Roemmers.