Los investigadores buscan el punto de quiebre en el que el bosque pasa de estar conectado a desconectado.
En la actualidad, la deforestación es un grave problema. Año a año se levantan millones de hectáreas de bosques para desarrollar actividades agrícolas y ganaderas, para instalar plantaciones y, en algunos casos, aunque en menor medida, ciudades. Entre otras consecuencias, esta práctica genera que el bosque se desconecte, se fragmente en muchas partes, y de diversos tamaños, y aumente la pérdida de especies, la degradación de los ecosistemas y disminuya la cantidad de dióxido de carbono almacenado en el bosque.
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“Las regiones boscosas con mayores tasas de deforestación como Sudamérica, África y el sudoeste de Asia se encuentran cercanas al estado fragmentado. Si se mantienen las tasas actuales de pérdida de bosques, grandes regiones pasarán a estar desconectadas y aumentarán los riesgos de extinción de las especies”, afirma el biólogo Leonardo Saravia, investigador docente del Instituto de Ciencias (ICI) de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS).
Publicada recientemente en Nature Scientific Reports, la investigación de Saravia, junto al biólogo Santiago Doyle, también del Instituto de Ciencias de la UNGS, se centra en el estudio de los fragmentos de bosques a nivel global en busca del punto de quiebre en el que ese bosque pasa de estar conectado a desconectado. “En un momento, uno empieza a deforestar y ve que no pasa nada, que el bosque no se fragmenta. Deforesta un poco más, no pasa nada, y luego deforesta otro poco y sigue sin pasar nada. Hasta que deforesta un poquito más y todo se desmorona. Ese es el punto umbral que tratamos de detectar, el punto anterior a que el bosque se fragmente”, explica Saravia.
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La investigación la llevan adelante desde 2015, con el análisis de imágenes satelitales aportadas por la NASA, con el sensor MODIS. Luego, utilizan un software -desarrollado especialmente por Doyle- para detectar en esas imágenes todos los fragmentos, o parches de bosques. “Definimos amplias regiones de bosques conectados entre continentes e islas grandes, y combinamos cinco criterios, incluida la distribución de los tamaños de parches y las fluctuaciones del parche más grande, en los últimos dieciséis años, para evaluar la cercanía de cada región a un umbral de fragmentación”, detallan los investigadores en el artículo “Leyes de potencia y fragmentación critica en los bosques globales”, que también lleva la firma de Ben Bond-Lamberty, del Laboratorio Nacional Pacific Northwest, de Estados Unidos.