El laboratorio-container del CEILAP instalado en la Base Aérea Militar Río Gallegos.
Desde julio de 2005, la ciudad de Río Gallegos es uno de los 12 sitios del Hemisferio Sur que cuenta con un Sistema LIDAR de Absorción Diferencial, esto es, un dispositivo desarrollado en nuestro país que utiliza dos poderosos Láser para medir la capa de ozono y la radiación UV, arrojando información sobre parámetros de interés tanto para la región, como para el país y el mundo.
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Desde 2007, la Universidad Nacional de la Patagonia Austral se incorporó formalmente al trabajo de este complejo que, emplazado en el predio de la Base Aérea Militar Río Gallegos, cuenta con financiamiento de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) y tanto su equipamiento como el proyecto original pertenecen al Centro de Investigaciones en Láseres y Aplicaciones (CEILAP).
La instalación de un “solmáforo” -un semáforo que mide los niveles de radiación ultravioleta- en la sede del Centro Ambiental Municipal de la costanera de Río Gallegos, permite llevar adelante la “Campaña de Fotoprotección de la Radiación UV”, para advertir a la población cuando la dosis supera los niveles aceptados como no dañinos.
Potencial en Santa Cruz
El Ceilap está abocado a investigaciones relacionadas con el estudio de la contaminación atmosférica, la capa de ozono y la radiación ultravioleta a partir de una técnica denominada LIDAR (Light Detection and Ranking) que evalúa la concentración del Ozono atmosférico entre los 15 y los 45 kilómetros.
El doctor Eduardo Quel, director del proyecto y creador del laboratorio de medición de ozono del Ceilap explicó a InfoUniversidades que el Lidar “es un sistema láser que emite pulsos a la atmósfera y recoge los que rebotan, porque las moléculas de la atmósfera se comportan como pequeños espejitos que emiten la radiación. Grandes telescopios colectan la radiación, la enfocan sobre una fibra óptica y la llevan a detectores que transforman la luz en señales eléctricas. Esas señales son almacenadas y analizadas en base a ecuaciones que nos dan información sobre la atmósfera”.
Quel señaló que el sistema “mide en noches claras y sin nubes”, y reveló que este fue uno de los factores que privilegió la elección de Río Gallegos a la hora de buscar una locación en la Patagonia, porque “tiene entre 80 y 90 noches estrelladas”, un requisito indispensable para esta investigación, basada en mediciones nocturnas a través de un pulso láser que interactúa con las moléculas que componen la atmósfera entre los 15 y los 45 kilómetros de altura.
“El segundo punto decisivo fue la logística, ya que la gente de Fuerza Aérea me ofreció la posibilidad de instalar los instrumentos en la Base de Río Gallegos, contando además con alojamiento, comedor, servicio médico y seguridad, y otra de las razones por las que fuimos a Santa Cruz es porque hay una universidad”, acotó.
El nexo entre las instituciones es el ingeniero Jacobo Salvador, un profesional del Citefa que se instaló en Río Gallegos para llevar adelante las campañas de medición y el mantenimiento de los equipos del laboratorio, y es docente de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral. Esta relación entre el Ceilap y la UNPA mantiene latente además la posibilidad de que en algún momento se monte sobre la base de este laboratorio una Unidad Ejecutora del Conicet en Santa Cruz.
El laboratorio del Ceilap fue instalado e inaugurado en Río Gallegos en julio de 2005, y en los primeros dos años estuvo afectado al Proyecto SOLAR (Stratospheric Ozone Lidar of Argentina) en cuyo marco se realizaron dos campañas de medición para aportar las primeras conclusiones a la región y a la comunidad científica internacional. Luego se realizaron dos campañas de medición más -que se desarrollan de manera intensiva entre los meses de agosto y diciembre, período en que tiene ocurrencia el fenómeno del agujero de ozono sobre el Continente Antártico-. Además, el laboratorio cuenta con financiamiento de JICA para seguir funcionando hasta 2012 en Santa Cruz.
Agujero estabilizado
Consultado sobre las conclusiones a las que se arribó luego de cuatro campañas de medición, Quel indicó que los datos “son sostenibles respecto de previsiones en diferentes estaciones del mundo sobre perfiles, columna total y otros gases” y consideró que “todo va confluyendo a aumentar el conocimiento de la capa de ozono”.
Además aclaró que la estación “está en el borde del agujero, que es una zona que tiene variaciones bastante grandes”, por lo que el laboratorio “no mide exactamente el contenido dentro del agujero, ni su extensión”. No obstante, sostuvo que “este año el agujero de ozono sigue siendo grande, con alrededor de 22 millones de kilómetros cuadrados aproximadamente, pero menos grande que el límite que hubo hace dos o tres años. La idea era que en estos años el agujero dejara de crecer. Estamos en eso. Daría la impresión que está estabilizado, pero es un poco aventurado decir algo al respecto. Hay que esperar más mediciones y más estudios”.
En este contexto, la importante actividad que se desarrolla hace que el laboratorio del sur se vaya convirtiendo en una estación internacional muy requerida.
Radiación UV
Por su parte, el ingeniero Jacobo Salvador, responsable de la estación en Río Gallegos, dijo que en lo que respecta a la radiación UV “los valores índice que se ven acá, con influencia del agujero de ozono, no son significativamente más altos que los que se producen en Buenos Aires en verano. Por el contrario, son menores; en caso de que se considere en forma absoluta. Si lo vemos en forma relativa, lo que se ve es la influencia del cruce del agujero y una gran dinámica en cómo varía el índice”, acotó y comentó que “una de las líneas de investigación está enfocada a caracterizar cómo las nubes apantallan este efecto”.
Salvador consideró que uno de los logros de estas cuatro campañas realizadas fue “poder caracterizar el cruce del agujero sobre el continente y medir la dinámica por la que se ve influenciada esta latitud y los parámetros de radiación UV involucrados. Si bien en 2006 el agujero tuvo tamaño récord, -prosiguió el especialista- llegando aproximadamente hasta los 30 millones de kilómetros cuadrados, no llegó a tocar el continente, sino que la prolongación fue más para el lado de África”; mientras que en 2007 y 2008, el agujero fue más pequeño, “se midió casi en el borde”.
Por otra parte, manifestó que “la bajada más inmediata a la comunidad es el solmáforo”, y consideró que este dispositivo de alerta “es una muestra de cómo la ciencia se puede vincular con la comunidad difundiendo el índice UV, o haciendo campañas de fotoprotección”.
Las campañas de medición se hacen entre agosto y diciembre, cuando tiene ocurrencia el fenómeno del agujero de ozono sobre el continente antártico. Específicamente, octubre es históricamente el mes en el que el agujero tiene su mayor área y el más interesante para medir en forma más continua.
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El proyecto, llamado “Medición de la Capa de Ozono y la Radiación UV en la Patagonia Austral y su proyección hacia la comunidad”, cuenta además con la participación de la Universidad de Magallanes (UMAG), con sede en Chile, la subsecretaría de Medio Ambiente de Santa Cruz, la Municipalidad de Río Gallegos y la Cancillería Argentina, entre otras instituciones.
El laboratorio está equipado con tecnología de última generación.