Entre un 15 y un 20% de las vacas se encuentran afectadas por la enfermedad.
La presencia de quistes en los ovarios de las vacas reduce su capacidad reproductiva y conduce a grandes pérdidas. A través de tratamientos experimentales, investigadores de la UNL lograron revertir algunas de las causas de esta enfermedad.
En una vida reproductiva de casi cinco años, una vaca sana puede dar hasta cinco crías. En los campos de todo el mundo hay casos en los que sólo puede tener dos o tres terneros. Una respuesta a este panorama se puede encontrar en una de las principales problemáticas reproductivas de estos animales: la Enfermedad Quística Ovárica, caracterizada por la presencia de un quiste de 2 a 5 centímetros, detectable con estudios habituales como ecografías o tacto rectal. Esta presencia de quistes hace que se retrase la aparición del celo y, por lo tanto, de una nueva preñez.
El nuevo tratamiento ataca a la mayoría de los factores que provoca este padecimiento y está basado en la aplicación de una droga llamada Naloxona, “que revertiría bloqueos de receptores de hormonas que son algunas de las causas de la enfermedad", asegura Hugo Ortega, investigador de la UNL y el Conicet y director del proyecto, todavía en etapa experimental.
Esta “liberación” o desbloqueo de los receptores luego de la aplicación de las inyecciones “permitiría que la vaca vuelva a desarrollar con normalidad sus ciclos de celo. Existen tratamientos que funcionan en todas las enfermedades ováricas, menos en quistes y aún no sabemos por qué. Con la aplicación de esta droga logramos que el quiste desaparezca y la vaca quede preñada”, argumenta Ortega.
La eficiencia del tratamiento está corroborada aunque todavía no está disponible a nivel comercial.
“Este avance fue realizado en colaboración con docentes del área de clínicas y teriogenología de la Facultad de Ciencias Veterinarias y publicado en una revista especializada de Estados Unidos, obteniendo el visto bueno del comité evaluador”, destaca el investigador, y en cuanto a los costos, asegura: “Es caro dependiendo de las características y, por lo tanto, del precio del animal que se va a tratar. Estamos haciendo pruebas en cabañas donde cada ternera producida por transferencia embrionaria y, por lo tanto, de excelente genética, cuesta varios miles de dólares; en estos casos es rentable teniendo en cuanta el valor futuro del animal”.
La enfermedad
Un abanico de factores son los causantes de este mal, entre ellos, la predisposición genética del animal, factores relacionados al ambiente
-es en verano cuando aumenta la aparición de quistes-, e incluso el tipo de alimentación, que también puede alentar el desarrollo de este padecimiento.
La Enfermedad Quística Ovárica se podría evitar si se reduce el estrés provocado por la alta producción de leche de las vacas, pero de ese modo la explotación tambera tampoco sería rentable.
En los tambos es donde se aprecia con mayor nitidez esta preocupación, debido a que tiene una mayor incidencia en las vacas lecheras -por el estrés al que se las somete-, pero también en un porcentaje menor a los animales destinados a la producción de carne. No obstante, este mal no afecta la calidad de la leche y carne para consumo humano.
Qué sucede “dentro” de la vaca
En los inicios de la investigación, hace unos 15 años, los esfuerzos apuntaron a describir un modelo de Enfermedad Quística Ovárica en ratas, lo que fundamentó la Tesis de Maestría en Ciencias Veterinarias de Natalia Salvetti, actual Becaria Doctoral del Conicet y docente de la FCV. A través de ello, fue posible conocer aspectos moleculares de la enfermedad que no son fáciles de estudiar en bovinos. A modo de ejemplo, Ortega explica: “Encontramos que en los ovarios y otros órganos de animales con esta enfermedad se encuentran alterados los receptores de varias hormonas. Esto ocasionaría que no exista la capacidad en esos órganos de responder a los estímulos fisiológicos”.
Luego se trabajó con vacas que ya poseían la enfermedad, para con posterioridad investigar en bovinos, en los cuales se logró inducir la enfermedad para analizar todo su desarrollo. “Antes sólo teníamos la foto (el quiste); después tuvimos toda la película; es decir, el proceso de la enfermedad completo”, indica Ortega.
”Previo al desarrollo de la enfermedad hay una serie de `mensajes' que tratamos de descifrar a través de los estudios a nivel molecular. La presencia del quiste es el resultado de lo que pudo haber pasado con anterioridad”, agrega la Dra. Florencia Rey, investigadora del equipo.
En los últimos modelos experimentales los científicos están observando que muchos de esos ‘mensajes’ se comienzan a alterar antes que sea posible diagnosticar la enfermedad, por lo que conocer los orígenes de estas alteraciones es fundamental a la hora de explicar las causas de las enfermedades.
Según Ortega, las ciencias básicas como la Biología Celular y Molecular son “fundamentales para conocer en profundidad los orígenes de las enfermedades. Es imposible desarrollar un tratamiento para una enfermedad si no conocemos sus causas, y es justamente a nivel molecular, dentro de las células, donde se encuentran estas explicaciones”, aclara el investigador.