Desde la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora se realizó un estudio para determinar el grado de progreso económico argentino en relación con los sectores exportadores y su balanza comercial, mediante la creación de una nueva unidad de análisis, bautizada como “Vector de Competitividad”, la cual mostró el grado de inserción de la industria del aceite en el mundo.
> Leer también: Hacia una “nutrición óptima”.
Este nuevo índice se define como una construcción gráfica donde interceden las variables de valor añadido y el saldo comercial. Gracias a esta innovación se ve el punto de origen, la evolución y la magnitud de un determinado sector económico. Es decir que con este nuevo vector se expresa de manera sencilla el historial y la posible proyección, y permite comparar empresas o diferentes áreas. El investigador Ricardo Amé explica: “El índice muestra el progreso industrial sobre un sector, lo que nos permite entender el comportamiento de la economía”.
El vector permitió entender cómo producen y se comportan las industrias del sector oleaginoso, principalmente el de la soja y el girasol. En ambos casos quedó demostrado que el país tiene un alto grado de inserción sobre el comercio de dichos productos.
El investigador explica que esto se debe al desarrollo tecnológico en la producción primaria, sumado a la “infraestructura especializada” de las empresas que tienen plantas diseñadas para la producción masiva y la cercanía entre los campos de cultivo con las empresas productoras. Ésto, sumado a la profundización de las hidrovías del Río Paraná y el Río de la Plata, trajo aparejado el aumento competitivo del sector.
Para generar el vector se tomaron en cuenta diferentes variables, tales como el valor añadido, el grado de competitividad y la productividad. El primero se define como un análisis profundo de una determinada escala económica, que muestra el carácter social del capital empresarial. Con este valor se muestra la eficiencia y horizonte de progreso de un determinado sector.
El grado de competitividad indica el potencial de una determinada empresa o porción de la economía para generar beneficio en función de los resultados que va obteniendo. Esta variable está atada, entre otros factores, a la capacidad exportadora del sector.
Por último, la productividad es un cociente entre el valor de un producto en relación con el capital que se gasta en hacerlo. En la actualidad, también se relaciona con la capacidad que tienen los empleados cualificados para generar avances en la industria nacional. Este factor permite comparar los valores y costos propios con otras empresas del mismo sector, u otras ramas de la economía. Gracias a esto se obtiene una visión clara de las posibilidades de éxito en un entorno de competencia económica.
> Leer también: Detección temprana de hongos en la soja.
Estos factores se toman como índices dentro del comercio internacional, el cual, al ser exigente y muy competitivo, obliga a mantener niveles altos de los tres índices para ser parte del mundo económico. Amé indica: “Se debe entender que los beneficios de estar insertados internacionalmente promueve el ingreso de divisas. Eso aumenta la renta por habitante, mejora las instituciones y la educación. Por eso es importante generar empresas y una economía competitivos”.