Diferentes agentes químicos se emplean en los sistemas productivos con la finalidad de eliminar las plagas. Estos productos pueden alcanzar a los sistemas acuáticos y entrar en contacto con los organismos vivos que los habitan: peces, anfibios, etcétera, generando en ellos cambios genéticos de distintos grados. Lo que está planteado como una hipótesis fue corroborado por un estudio de investigación, llevado adelante como parte de una tesis doctoral en el Instituto de Ictiología del Nordeste por parte del investigador Francisco Cowper-Coles.
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El estudio, que tiene como título técnico “Efectos del 2,4-D en Piaractus mesopotamicus a través de la frecuencia de aberraciones cromosómicas y el test de micronúcleos”, no es otra cosa que el análisis de las consecuencias genéticas por efecto de un herbicida (2,4-D) sobre el pacú (Piaractus mesopotamicus).
De acuerdo a lo señalado por el doctor Cowper-Coles a Argentina Investiga, el trabajo aportó nueva información sobre la capacidad que tiene el herbicida evaluado para promover errores en la replicación del ADN del pacú, produciendo distintas mutaciones. Estas observaciones se dieron en concentraciones subletales del herbicida y en tiempos crónicos de exposición del pacú.
Una concentración subletal es la que no genera la muerte de los individuos -en este caso, los peces- pero que tienen vital importancia debido a sus posibles efectos en el material genético. Los estudios efectuados por otros investigadores para evaluar el potencial genotóxico del 2,4-D fueron realizados por un máximo de hasta 96 horas, con concentraciones muy superiores (25 ppm, 50 ppm y 75 ppm) capaces de producir un efecto agudo.
El contacto continuo de los peces al 2,4-D durante un largo período (70 días) posibilita apreciar los efectos de larga duración (crónicos). Mientras que las dosis utilizadas en este trabajo se encuentran muy por debajo de las empleadas en otras experiencias (subletales). La razón para la utilización de estas dosis radica en la posibilidad de evidenciar efectos que pueda tener el 2,4-D en pequeñas dosis y un tiempo de contacto prolongado.
¿Por qué se estudian contaminaciones en peces como el pacú?
Los peces son blanco particular de la contaminación. Al ingerir sustancias contaminadas desarrollan alteraciones por bioacumulación. Por ese motivo son utilizados como modelos centinelas para evaluar la contaminación en ecosistemas acuáticos. Indefectiblemente, como es de suponer, esa contaminación termina afectando al ser humano.
Las consecuencias genéticas visibles en los peces por acción del herbicida son alteraciones cromosómicas como gaps, quiebras, adhesividad, edomitosis y pulverización. Sin embargo, estas pueden suceder –en baja frecuencia– en células no expuestas a agentes genotóxicos. De ahí que el estudio evaluó si existen diferencias significativas entre los peces tratados con el herbicida y los no tratados (tomados como control). Se encontró que los peces tratados con diferentes concentraciones de herbicida se comportaron de forma diferente, siendo significativas sus discrepancias. Tales diferencias se atribuyen a posibles variaciones ambientales en los meses de ensayo en dos años diferentes. En el ensayo con la formulación comercial, la concentración de 10ppm mostró una respuesta significativa con su control; posiblemente se deba a las sustancias presentes en estas formulaciones.
Formulación pura y comercial
Los ensayos se realizaron con 2,4-D en formulación pura y comercial arrojando importantes conclusiones. “En el trabajo pudo apreciarse cómo las formulaciones comerciales, que pueden tener otros compuestos como subproductos de su producción industrial, tienen una mayor actividad clastogénica comparada con las formulaciones puras”.
Un clastógeno, en biología, es un agente que da lugar o induce a la rotura de cromosomas. Esta perturbación en un proceso genético puede generar células con “errores” y convertirse en cancerosas. El doctor Cowper-Coles terminó de desarrollar las razones del mayor impacto observado en las fórmulas comerciales del herbicida. “Los productos manufacturados contienen coadyuvantes (solventes, diluyentes, dispersantes, emulsionantes) en proporciones no muy bien conocidas, que influyen en su efecto mutagénico o, dicho de otra forma, en provocar errores en la reproducción del ADN del pez”.
Otro detalle destacable del estudio es que representa el primero en donde se aplicó un diseño experimental semi-estático (70 días) en peces con contacto con el herbicida.
El diseño semi-estático corresponde a los tratamientos en los que se efectúa la renovación del agua de las peceras, con el fin de poder mantener las concentraciones de la droga constantes en el tiempo. Estas tienen mayor relevancia en los tratamientos prolongados, donde los productos sufren una degradación. El trabajo representa el primero en evaluar al 2,4-D en un tiempo de 70 días. Hay registros de otras investigaciones, en las que para evaluar al 2,4-D se realizaron con un tiempo máximo de 96 horas sin renovación del agua de las peceras (estático), y en concentraciones muy superiores.
El herbicida utilizado en el estudio
El herbicida 2,4-D (ácido 2,4-diclorofenoxiacético) es uno de los pesticidas sintéticos más antiguos y su uso en el mercado data de los años ‘40. En la actualidad es uno de los agroquímicos más utilizados en la agricultura. Se encuentra dentro del grupo de los herbicidas fenoxi o fenoxiacéticos o clorofenólicos.
El 2,4-D ha sido clasificado cómo clase II (moderadamente peligroso) y levemente y moderadamente peligroso (Clase II y III) según la US: EPA, (1974); aunque la agencia de investigación del cáncer lo clasificó como posible agente carcinogénico en humanos.
Ensayos
Las pruebas se realizaron en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNNE, en las instalaciones pertenecientes al Instituto de Ictiología del Nordeste. Primero se evaluó el 2,4-D puro (durante dos meses) y posteriormente con la formulación comercial por el mismo período de tiempo.
En ambas pruebas, luego de la aclimatación, los peces fueron divididos en dos grupos. Se los mantuvo en seis acuarios de veinte litros cada uno, con dos peces, considerando una densidad inferior a la relación de 1g de pez para cada litro de agua. A los acuarios del grupo tratado se les agregaron diferentes concentraciones del herbicida 2,4-D (1 ppm, 1,8 ppm, 3,2 ppm, 5,6 ppm, 10 ppm) tanto para la presentación pura y comercial.
El acuario del grupo control contenía solamente agua de pozo artesiano. El grupo tratado recibió cada dos días una dosis de plaguicida con la renovación del agua de las peceras; en el grupo control sólo se renovó el agua del acuario.
Nuevas líneas de investigación
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Para Cowper-Coles queda abierta una línea de investigación en genética toxicológica. “Teniendo en cuenta el contexto global, donde la intensificación de la actividad productiva está vinculada a un mayor uso de estas sustancias como herramienta para maximizar la producción el estudio de los ecosistemas acuáticos mediante los peces como biomarcadores se torna de vital importancia para la evaluación de la contaminación por sustancias con potencial daño en el ADN”.